VISOR GLOBAL
Golpe de Estado en Egipto
El derrocamiento del presidente Morsi, en Egipto, crea un precedente negativo para el islam político. Podría llevar a grupos ultraconservadores a optar por la fuerza, y no las vías democráticas para llegar al poder, tal y como abanderan los yihadistas. Aunque el Ejército actúa representando a una población que protesta por la difícil situación económica y en contra de una constitución marcadamente musulmana y presidencialista, la ruptura de la incipiente democracia es peligrosa.Los enfrentamientos entre el Ejército y seguidores de los Hermanos Musulmanes ya han dejado un saldo de 51 muertos y decenas de heridos. El apresamiento de sus líderes, retrotrae al país a antes del 2011, cuando eran perseguidos y encarcelados por el gobierno militar. El hecho debilita los esfuerzos de la comunidad internacional de negociar con grupos islamistas moderados para persuadir a los más radicales para que elijan vías pacificas. Sin embargo, a pesar de tener todos los elementos que lo califiquen como golpe, no ha sido considerado como tal. Estados Unidos anunció que seguiría apoyando al ejército egipcio con el paquete anual de asistencia de 1.300 millones de dólares. Esta ausencia de condena tendría dos lecturas: o consideran que pronunciarse contra el golpe produciría mayor inestabilidad o prefieren tener un gobierno bajo el mando de militares más afines a sus intereses, que unos musulmanes antioccidentales, aunque sean elegidos democráticamente.