La excepción cultural francesa

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Julio Aníbal Fernández JavierSanto Domingo

La Unión Europea y Estados Unidos de Norteamérica se encuentran en estos momentos discutiendo las bases principales en que sustentarán un acuerdo de Libre Comercio que se proponen fi rmar entre ambas naciones. En torno a las mismas se han suscitado diversas opiniones entre los negociadores europeos y americanos sobre los temas que deben ser incluidos y los que deben ser excluidos del convenio. Francia, país de un peso político y cultural muy importante en el seno de la Unión Europea, ha mostrado siempre una fuerte oposición a que la cultura sea tratada como un bien de intercambio comercial sometida a la lógica pura y simple de la oferta y la demanda del mercado, base sobre las cuales se sustenta el sistema capitalista. La pretensión de los negociadores de los Estados Unidos de Norteamérica de incluir en el Tratado de Libre Comercio, los bienes culturales, tales como la producción audiovisual, cinematográfi ca y literarias, ha provocado la reacción adversa de las principales autoridades políticas y de los representantes de la nación francesa. En tal virtud, el primer ministro francés, Jean Marc Ayaut, declaró en el curso de las discusiones que su país utilizará su derecho al veto para que no sean incluidos en el Tratado de Libre Comercio los denominados bienes culturales. Trece ministros de Cultura de la Unión Europea, entre los cuales se encuentran los de Alemania, España, Italia y Austria han fi rmado una carta conjuntamente con su homóloga de Francia, la ministra Aurelie Filippeti, solicitando al negociador europeo y presidente de la comisión José Manuel Barroso que rechace la pretensión de los norteamericanos de incluir los Bienes Culturales en el Acuerdo de Libre Comercio. El tono de la discusión ha llegado a tal punto, que la exministra de justicia de Francia, Rachida Dati, ha solicitado la dimisión del presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Barroso, argumentando que el mismo no ha defendido con altura los intereses europeos, frente a los negociadores norteamericanos, y que se ha plegado a sus intereses, por lo que ha demandado la renuncia de su cargo, por falta de coraje y de efi cacia en la negociación. Para el ministro de Comercio francés Nicole Bricq, la excepción cultural francesa constituye una “Línea Roja” para su país, argumentando que sobre el plano agroalimentario la introducción de la cultura de las ONGS, Organismo Genéticamente Modifi cado, y la Carne con Hormona, dos prácticas en el vigor en Estados Unidos, no eran negociables. Es importante destacar que los Estados Unidos de Norteamérica son el primer socio comercial de la Unión Europea. En el año 2011 los intercambios comerciales se elevaron a cerca de 449 millones de euros; y en el 2012 a 381 mil millones de euros en exportaciones, así como 265 mil millones de importaciones. Juntos los dos bloques económicos pesan un 40% del comercio mundial. Los norteamericanos son los primeros inversionistas en Europa y el primer cliente de Francia fuera de Europa. El monto del intercambio comercial para el presente año se estima en la suma de ochocientos mil millones de euros. Sin embargo, a pesar de la importancia económica que representa para la Unión Europea, y Francia en particular, el intercambio comercial con Estados Unidos de Norteamérica, los franceses se resisten a que las expresiones artísticas y culturales sean tratadas como simples mercancías de intercambios económicos. Finalmente, con esa actitud las autoridades francesas pretenden reivindicar su tradición histórica de una nación apegada a los valores culturales y artísticos, heredada de las fi losofías de luces, que fueron expuestas por los enciclopedistas y que sirvieron de sustento a las ideas liberales enarboladas en la Revolución Francesa de 1789, de la cual nació la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, proclamada por la Organización de las Naciones Unidas en París, Francia, en el año 1948, y que le han merecido a la nación francesa la denominación de la Patria de los Derechos Humanos; por lo que resulta incomprensible que una nación con todo el peso de esa gran tradición histórica haya adoptado la actitud de desprecio y humillación contra el presidente boliviano Evo Morales, negándole la utilización de su espacio aéreo en momento en que regresaba desde Rusia hacia Bolivia, bajo el argumento irreal de que en el avión presidencial viajaba el ciudadano norteamericano y exempleado de la CIA, Edward Snowden, olvidando que con esa actitud lacera la dignidad de todos los pueblos latinoamericanos.

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