PUNTO DE MIRA
Sí, espiamos... ¿Y qué?
La denuncia del contratista de la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos ha desatado una ringlera de falsas protestas. Lo dicho por Edward Snowden ha levantado un avispero para los medios de comunicación pero que no pasará de ahí. Todos los países grandes hacen lo mismo y saben que los otros también. Son carnestolendas de todo el año. Todo se ciñe a quien lo hace mejor. El negocio del espionaje es tan vetusto que se conocen de antemano los rostros y cargos. Los émulos de Bond ñJames Bond- están decrépitos y ganan poco. El espiar internacionalmente está devaluado porque en cada hogar somos espías gratuitos o tontos útiles. Facebook, twitter, diferentes cuentas de correos, compañías de teléfonos, GPS, por donde quiera delatamos dónde estamos y qué hacemos, con quien hablamos y qué deseamos. El caso llega a tal descaro que programas de computadoras te envían actualizaciones desde su casa matriz. Están conectados con tu máquina y te lo dicen. Protestar por lo que dicen que hace Estados Unidos es una tontería llena de hipocresía. Los que protestan ni tienen como, ni con qué librarse de las acciones Made in USA. Ya el presidente Obama lo dijo enfáticamente. Defendió sus programas de espionaje del cual no se salva nadie. Aunque en las denuncias no se habla de agentes electrónicos para Rusia o China. Edgar Hoover emulando a Fouché hizo una policía que espiaba a todo el mundo. Ambos vivieron de la extorsión. Se decían que el amigo de hoy podría ser el enemigo de mañana. Es vital conocer sus secretos. Sobre todo los sucios. A veces hasta creo los competidores de los programas en uso le dieron cuerda a Snowden. Tendrán que cambiar lo que hay, pero el espionaje seguirá. La guerra antes era con hombres, ahora es más con la tecnología. Lo que no tengo claro es si tras la denuncia hay una patraña. Lo importante no es el espionaje a los ciudadanos sino a los secretos industriales. Ahí sí hay dinero. Los americanos están espiando a todo el mundo y el secreto industrial vale todos los millones. Ya no tienen que hacer compras hostiles. Tiene en su poder una cuadriga de invisibles y cibernéticos caballos. Vivimos la era del Agente Electrónico Troya.