Tiempo para el alma

“¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?”. Mt. 8: 26. Mientras navegaban en una barca en medio de una turbulencia, con enojo o con decepción Jesús reprochó su poca fe a los discípulos que, temerosos y desesperados le inquirían sobre su pasividad ante la situación. Cobardes y gente de poca fe, les llamó Jesús. ¿Nos vemos en ese espejo? Reprochamos a Dios cuando las cosas no han salido como queríamos, le reclamamos que no nos haya ayudado a resolver un problema por el que hemos “orado” incesantemente, somos tan ignorantes que hasta lo acusamos de permitir que nos pasen ciertas desgracias. Y a la hora de la verdad, ese momento que sentimos en carne propia nuestra vulnerabilidad, entonces imploramos: “¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!” ¿Qué nos respondería Jesús hoy? No creo equivocarme si digo que repetiría la misma expresión: “¡Cobardes! ¡Qué poca fe!”. La actitud a la que deberíamos aspirar es la de orar, trabajar, convencernos, esperar.

Tags relacionados