¿Femicidio o feminicidio?

LLa palabra feminicidio proviene del inglés “femicide”, concebido por feministas estadounidenses para referirse a los asesinatos de mujeres que forman parte del amplio esquema de la violencia de género. Pero su traducción simple a “femicidio” omite esas dimensiones, según la antropóloga y política mexicana Marcela Lagarde. La “violencia feminicida”, o el asesinato de una mujer en razón de su género, es producto del odio por rechazo a su autonomía y su valor como persona o por razones de demostración de poder machista o sexista. El feminicidio incluye una connotación de genocidio contra las mujeres. Por esta razón se prefiere feminicidio a femicidio, un término que hace referencia a todos los homicidios que tienen como víctima a una mujer, sin implicar una causa de género. Pero, desafortunadamente, la discusión no se termina allí. En Costa Rica se tipificó el delito de femicidio. En Chile se habla de hacer algo similar. “La muerte de mujeres a manos de sus esposos, amantes, padres, novios, pretendientes, conocidos o desconocidos, no es el producto de casos inexplicables o de conducta desviada o patológica. Por el contrario, es el producto de un sistema estructural de opresión. Estas muertes son femicidios, la forma más extrema de terrorismo sexista, motivado, mayoritariamente, por un sentido de posesión y control sobre las mujeres”. Esta actitud criminal conocida con el término femicidio “remueve el velo con el que cubren términos ‘neutrales’ como homicidio o asesinato”. Más aún, algunos expertos dicen, que el femicidio ha sido definido “como una forma de pena capital que cumple la función de controlar a las mujeres como género... una expresión directa de una política sexual que pretende obligar a las mujeres a aceptar las reglas masculinas y, por lo tanto, preservar el statu quo genérico”. Una explicación que suena más a genocidio, genocidio de mujeres. Femicidio o feminicidio siempre termina en lo mismo: homicidio con acechanza y alevosía En este punto, es que se nos complica el poder entender los matices entre uno y otro término, provocando un enfrentamiento que al final no sabemos si vale la pena la discusión. Son muchas las activistas en contra de esta epidemia que envuelve la sociedad mundial, en especial nuestro país, por lo que no debemos perder el tiempo en sutilezas y maquinaciones de tribunales y aplicar de una vez condenas que sirvan de ejemplos para aquellos que se involucren en crímenes de esta naturaleza. En Chile es una muerta por semana, en Uruguay, una por mes, y en Perú se registran 12 cada 30 días. En un solo lugar de México, la norteña ciudad de Juárez, unas 800 mujeres cayeron víctimas de crímenes machistas de inusitada saña, desde 1993. Así se convirtieron en emblema, aunque las cifras empalidecen ante Guatemala: más de 3.500 feminicidios en cinco años, unos 700 por año, y ¿qué de la República Dominicana y sus machos criollos los cuales ponen al país no tan lejos de los que encabezan la lista en América Latina? O es que... ¿necesitamos una o muchas palabras en el Código Penal, para ponerles fin a esta aberración?

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