VIVENCIAS

Chucky o el gen de la maldad

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Juan Francisco Puello HerreraSanto Domingo

Después de la saga que describe toda una serie de inconductas en aquella institución de profundas contradicciones, algo faltaba. Un recuerdo. Nada mejor que un souvenir que permita apreciar toda la maldad que anida en el corazón de alguna gente. Para jamás olvidar lo sucedido y no caer en la trampa de los manipuladores. De someterse a votación, cuál sería el mejor recuerdo. De seguro se hubieran inclinado por el muñeco diabólico, aquel conocido como Chucky, un personaje ficticio de la saga de películas de terror Child’s Play creado por Don Mancini. ¿Por qué elegir a Chucky? Porque este muñeco reúne todas las cualidades de un ser que tiene una propensión a dañar a otros mediante la ruindad de sus acciones. Aquel que se hace pasar por un niño bueno (Good Guy) pero que en realidad ha sido poseído por la intriga y la maldad. Chucky representa la complicidad y confidencialidad de un “feliz niño”, que ya adulto no deja de causar daño a otros con sus pedidos de “santidad fingida” para así apoderarse de la conciencia de aquellos que la tienen cuestionable y sucia. El peligro de los Chucky’s, enquistados en cualquier institución, no sólo es el daño que causan, sino también que se prolongan por años sin término en las instituciones, igual que aquella saga de películas del personaje de ficción Chucky: El muñeco diabólico (1988); el muñeco diabólico 2 (1990); el Muñeco Diabólico 3 (1991); la Novia de Chucky (1998); el hijo de Chucky (2004); la maldición de Chucky que aparecerá en cines en el 2013. Como se aprecia, igual que la serie de películas, no sólo Chucky se las arregla para mantenerse a fuero y sangre, sino que deja una maldición que luego es difícil extirpar (¿exorcizar?). ¡Ay de aquellos que han convertido la individualidad en su dios, el juicio esperado recaerá sobre ellos!

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