FUERA DE CAMARA

¡A gozar, a gozar ...que el mundo se va a acabar!

Si fuera por los augurios cataclísticos de la canalla mediática, los dominicanos deberíamos aprovechar la próxima Navidad para gozar y divertirnos hasta más no poder... Porque en enero se acabará el mundo... O por lo menos, se hundirá la isla. “Negros nubarrones se ciernen sobre la vida... de la República Dominicana”, han tenido el tupé de decir. Y hay dos grandes culpables: Danilo y Temo... Porque a Leonel ya ni lo mencionan. Todos los empresarios, las centrales sindicales, los “zonafranqueros”, los pulperos, buhoneros, chiriperos, zapateros, talabarteros, fontaneros y zapadores ñtodos, absolutamente todosñ quebrarán en enero al entrar en vigencia la reforma fiscal. Nadie escapará a la hecatombe. Han llegado juntas las siete plagas de Egipto como si se tratara de una predicción bíblica o de una maldición gitana. ¡Esto ya es el fin...! Por eso, es recomendable que el fin de año hagamos una fiesta colectiva bajo la vieja y sabia consigna que titula esta columna pero llevada al erotismo extremo. Para que disfrutemos por última vez de la vida tan esplendorosa que hizo posible que tanta gente tenga tanta renta, tantos recursos, y que consecuentemente tengan tantos impuestos qué pagar. Porque hasta donde se sabe, sólo pagan impuestos los que tienen ingresos, brutos o netos... Pero ingresos al fin. Es lógico suponer entonces que si tanta gente va a resultar afectada, es porque toda esa gente tiene ingresos... Y mientras más ingresos, más impuestos. Los que nada tienen, nada pagan... Sin ingresos no hay impuestos. Y los impuestos que pagan los que pueden, se les retribuye en servicios y en programas sociales a los más pobres... Por lo menos en teoría. El grito es sectarioEl que vive fuera y lee los diarios digitales dominicanos puede llevarse la impresión de que la crisis es tan aguda que el país estallará en las próximas semanas, que la empresa y el comercio se han ido a la ruina y que la economía ha colapsado sin posibilidad de recuperarse. Fácilmente cualquiera se lleva la impresión de que el proyecto de reforma fiscal implica recortes fundamentales en todos los programas de ayuda social y que se están eliminando partidas presupuestarias que sostienen fondos de asistencia a la clase media. Como en Europa, por ejemplo. Los nuevos impuestos afectarán ciertamente a los sectores de clase media, y sin duda repercutirán en una amplia franja de la economía que es, a fin de cuentas, la que terminará cargando la peor parte. Y es eso lo más injusto de todo esto. Por eso es pura demagogia de los grupos empresariales victimizarse cuando no están siendo tocados. Si el gobierno se hubiera decantado por una reforma fiscal integral, lo primero que habría desaparecido sería el enorme fajo de privilegios, incentivos y exoneraciones que tiene la mayoría de esos empresarios que aparecen hoy sindicalizados y haciéndole coro a la canalla mediática. Es esa la peor injusticia del proyecto de reforma fiscal, porque la carga debió ser distribuida entre todos los sectores de la economía. Y que los privilegiados de siempre cargarán con la mayor parte. Hasta los amarillosLos grupos amarillos que llevan ya dos años reclamando el cuatro por ciento del PIB para la educación han quedado sin argumento. Pero no vaya nadie a creer que se desintegraron una vez logrado su cometido. Como son los mismos, están ahora incorporados al frente antigobiernista que traslada su escenario a los alrededores del Congreso Nacional para oponerse a la aprobación del proyecto de reforma fiscal. Ni siquiera tienen idea de la forma en que se invertirán los casi 90 mil millones de pesos del presupuesto que le corresponderá ejecutar el próximo año a la ministra de Educación, Josefina Pimentel. Porque la idea era disponer de un arma poderosa como es luchar por “una educación digna”, propósito común a todos los sectores de la vida nacional. Pero ya sin esa arma hay que inventarse otra... Y la tienen a mano: ¡El paquetazo de Danilo!

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