La posición de Manuel Corripio
El jueves pasado tuve la oportunidad de leer y posteriormente escuchar en el programa El Sol de la Mañana la posición fijada por mi amigo Manuel Corripio, hijo de don Pepín Corripio (cabeza de uno de los grupos empresariales más importantes del país), con respecto al tema de la reforma fiscal y al derecho, según las palabras de Manuel, se ha ganado el gobierno de Danilo Medina de reclamar un aumento en las recaudaciones estatales en el presupuesto del año 2013. La sensata posición de Manuel Corripio contrasta enormemente con la miopía y torpeza de grupos empresariales que han comandado las reuniones del Consejo Económico y Social (CES) y que han pretendido contraer el problema de la estructuración del presupuesto del 2013 a una drástica reducción del gasto público en el orden 60 mil millones de pesos adicionales a los 60 mil millones que el gobierno de Danilo motu proprio planteó como recorte para el próximo año. Lo que Manuel planteó es que es hora de mirar hacia adelante; que es un hecho objetivo que el gobierno de Danilo necesita de una reforma fiscal para llevar a cabo los planes sociales de inversión pública y de desarrollo, entre los cuales está el cumplimiento del 4% de la educación; el plan de alfabetización y la ejecución de centenares de obras de infraestructura vitales para el desarrollo de la República Dominicana. Corripio planteó algo que nadie puede discutir, como lo es el hecho de que Danilo Medina ha tomado medidas drásticas y serias en procura de racionalizar el gasto público, eliminar el despilfarro y el boato y rodear la gestión de su gobierno del mayor grado de transparencia posible. La posición de Manuel fue la que debió adoptar el Consejo Económico y Social (CES), convirtiendo ese escenario constitucional de discusión en una lluvia de ideas y propuestas de todos los sectores de la sociedad de cómo se podían recaudar los 53 mil millones de pesos requeridos por el gobierno de Danilo, afectando lo menos posible a la clase media y a los pobres de esta nación. Lamentablemente, el CES se dejó narigonear de sectores empresariales y de sociedad civil que han privilegiado más el interés polítiquero de buscar culpables del llamado “hoyo fiscal”, léase Leonel Fernández y sus colaboradores, que proponer medidas concretas para salir del problema planteado de cara al presupuesto del 2013. Plantear que el gobierno dominicano a partir del 2013 tenga las manos amarradas y se limite al pago de sueldos y salarios sin cumplir con las necesidades y respuestas de las clases más necesitadas, es una muestra gigantesca de torpeza y miopía. Los empresarios que están planteando a través del CES esta salida, no se dan cuenta que de acogerse tan desatinada propuesta, al fin de cuentas ellos serían de los principales afectados. ¿Qué pasaría con la economía y las ventas de esos empresarios si el gobierno dominicano apaga por completo los motores vitales de la inversión pública? ¿Han calculado los expertos del CES que en la medida en que el Estado deje de gastar la suma de 120 mil millones de pesos el año que viene (60 mil que ellos proponen y 60 mil que va a bajar por su propia voluntad el gobierno), esto tendría un efecto fatal para la vida de millones de dominicanos que de un modo u otro se benefician o viven de estas cuantiosas inversiones? ¿Cuántas empresas pequeñas, medianas y grandes irían a la quiebra si, de forma brusca, el gasto del gobierno se reduce a los niveles planteados por la CES? ¿No estarían estos sectores empresariales (coincidentes con el PPH), creando las bases para una gran rebelión popular y social, que pueda barrer con nuestra incipiente democracia y atentar gravemente contra sus propios intereses económicos? ¿Habrá escondido en estos planteamientos planes para desestabilizar el gobierno de Danilo Medina en corto plazo? Es claro que la posición de Manuel Corripio en una hora crítica para el país, difiriendo de la línea empresarial planteada en el CES, es valiente e implica una visión de largo plazo que tiene como base primaria la vital y estratégica estabilidad social y política necesarias para hacer negocios en la República Dominicana, sin lo cual toda la actividad, absolutamente toda, sería trastornada por grandes convulsiones sociales y políticas. A mi amigo Manuel le felicito por su oportuna intervención y le pido que se involucre en este tipo de discusiones públicas, cruciales para la suerte del país. El sector empresarial dominicano necesita, hoy más que nunca, visiones y voces que sobrepasen la coyuntura y vean después de la curva. Y él ha demostrado que las tiene con su valioso aporte.

