FUERA DE CÁMARA
Felito, Manuel, el dinero, la empresa y el futuro
Me siento amigo de Félix García y Manuel Estrella, dos de los empresarios de mayor pujanza de nuestro país en las últimas décadas. Trabajan día y noche y a veces hasta de madrugada. Los dos tienen familias bellísimas, con hijos bien formados en algunas de las principales academias del mundo. A pesar de ser hombres muy jóvenes. Como ellos me han adoptado como amigo, me tomo la confianza de relatar algunas ocurrencias que en ocasiones van más allá de las trivialidades del viaje ocasional o dentro de los apuros que siempre provoca acompañar al Presidente de la República, con una agenda inacabable y Yarima tratando de extender el tiempo. La pregunta se la hice a bocajarro porque ya me hacía gorgorito, y si no se la hacía seguro que me iba a dar una cosa... ¿Qué necesidad tienen ustedes dos, siendo tan ricos y sin ser políticos, de andar en este tropel acompañando a Leonel y sin descansar ni siquiera a la llegada a Madrid...? “Déjame responderle yo, Manuel”, dijo Felito: “Para cualquier ciudadano del mundo es un orgullo que el Presidente de su país lo incluya en su delegación oficial en un viaje de Estado. Pero más aún, cuando el Presidente de nuestro país es un hombre como Leonel Fernández, que enorgullece a los dominicanos en todos los escenarios donde se presenta... Yo pienso que Danilo Medina también tiene esas condiciones, y ya ha empezado a demostrarlo, como lo hizo la semana pasada en Nueva York, en la Cumbre de las Naciones Unidas”. Durante los 12 años que Leonel ha gobernado el país realizó innumerables viajes al exterior y en casi todos se hizo acompañar de empresarios de todas las áreas. Felito y Manuel estuvieron casi en todos. Le organizaban actividades al presidente con empresarios e inversionistas y hasta llegaron a redactar protocolos para intercambios académicos. A veces parecían los auténticos embajadores del país. Por momento sentí deseos de enviarles la llave de la Embajada para que terminaran ellos de hacer la labor diplomática. La pregunta difícilEn algún momento, juntando osadía y confianza, disparé a Felito y Manuel, otra vez a bocajarro, pero ahora con mala fe y alevosía: ¿Cómo es posible que ustedes, siendo dos hombres tan jóvenes, que han acumulado fortuna trabajando honradamente, no venden ya todo lo que tienen y se dedican a recorrer el mundo con su familia, o a vivir tranquilos ayudando calladamente a los que no tienen nada? ¿O sencillamente cogen todo su dinero y se pasan lo que les resta de vida contándolo...? Ahora fue Manuel el que se adelantó a responder: ¡Ven acá, César...! ¿Tú te recuerdas de fulano? (mencionó el nombre de una gran figura del empresariado nacional, de los hombres más poderosos del país), un hombre con todo el poder del mundo hasta hace como 20 años. Lo llamaban los Presidentes, era un invitado permanente de los ministros, un personaje de principalía que con sólo mencionar su nombre todo el mundo levantaba la cabeza... Un día amaneció con la idea de que lo iba a vender todo y su dinero lo convertiría en efectivo y lo pondría en buen resguardo...Y así lo hizo. No se puede cuantificar la cantidad de dinero que recibió ese empresario... Pero hay un problemaTodos los días sus amigos salen temprano de sus casas a cumplir tareas de sus empresas, o en viajes ejecutivos a la capital, o a actividades sociales necesarias por su jerarquía, o a reuniones con los ejecutivos de sus empresas, o al almuerzo con el presidente del banco... mil ocupaciones. El jubilado se levanta a las 6:00 a.m. porque se acostó con las gallinas después de echar un partida de golf con el caddy porque no encontró un amigo que pudiera acompañarle en esos ocho hoyos... Ve los cuchumil programas matutinos de la tele ñincluyendo el mío, por lo cual le pido perdónñ y a las 10 de la mañana “anda desasitiado” sin hallar qué hacer; y por más que llama a sus amigos éstos no pueden complacerlo porque están trabajando. “Por eso es que yo no vendo ni venderé nada de lo mío para jubilarme... A mí que me jubile Dios, que es el Todopoderoso...” Hace ya unos años me topé con mi querido amigo José Florentino, quien por muchos años regentó y fue de los principales accionistas de Telecable Nacional... La empresa se había vendido y José recibió su parte, una suma importante de dinero. Como ya no era ejecutivo, se convirtió en un gustanini, se dejó crecer el pelo por debajo de los hombros, le salieron unas barbas ralas mal disimuladas, y comenzó a usar ropa súper moderna y a visitar los centros nocturnos de moda y las discotecas. Un día me encontré a mi amigo José en un lugar público y si él no se acerca a saludarme jamás lo habría reconocido. Sorprendido le pregunté: ¿Qué estás haciendo José, que hace tiempo no te veo? “Asustado de tanto bienestar, mi hermano... ahora voy todos los días al Banco de Reservas de ocho a doce...” ¡No me digas...! ¿Eres ejecutivo de Banreservas? Le pregunté. No, no, no... es que me paso contando mis cuartos todos los días, no vaya a ser cosa...

