PUNTO DE MIRA

Ponerse al pairo

I gnoro si por mis ancestros que eran armadores o ser de la zona colonial, el mar ejerce un atractivo singular. Nunca he vivido lejos del ondular que viste de encajes las playas o que a veces engalana fugazmente los arrecifes con un penacho de plata. De niño me he sentado durante horas a ver el vuelo de los tío-tío, gaviotas, albatros, pelícanos, mientras entraban y salían de embarcaciones en el muelle de la capital. Romántica forma de ver la vida pasar. También he vivido la política con su madeja de intereses y pugnas de egos. En todo tiempo y lugar siempre lo mismo. Cada quien en busca de lo suyo, cada cual orientado al objeto del deseo. Es una danza en que se cambia de pareja, unas veces se baila suave y otras desenfrenado. Depende de la música, del género. Asumo el momento actual con la nave estatal. Los expertos en política dicen que hay un mar de fondo y que el capitán está ocupado en revisar el sobordo mientras al timón está un grumete que entiende que lo mejor es mantenerse al pairo cuando lo adecuado es poner pro al mar, otra forma de maniobrar y hacerse al pairo para cobrar brisa de otra dirección. Quedarse con las velas abatidas es darle vida a la expresión de barco parado no gana flete. Las marejadas actuales son inferiores a las del 2004.

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