UMBRAL

Los parlamentos de integración y el desarrollo de AL

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Comparto con mis lectores las palabras que pronuncié en el primer encuentro de parlamentos de integración de América Latina que celebramos el pasado mes de septiembre, y que convocamos en nuestra calidad de presidente del PARLACEN. Desde que asumimos la presidencia del Parlamento Centroamericano, en octubre del pasado año, he venido advirtiendo sobre la necesidad de un acercamiento con el sur, atendiendo, no solo a apostar por el sueño de Simón Bolívar de construir la Patria Grande, sino a la coyuntura de crispación económica global que pone a nuestra región en ventaja con relación a países poderosos y regiones de tradicional influencia y poder económico. La coyuntura de crisis económica de orden planetaria, responde a problemas estructurales del modelo de capitalismo que construyeron los países hegemónicos, tras su triunfo en lo que conocimos como Guerra Fría, un modelo que, bajo la sombrilla de un capital exultante y arrogante que aplastó al Este, se orientó hacia la especulación y rescató las ideas de Adam Smith sobre la superioridad del mercado y se propusieron, amparados en el condensado ideológico de “la mano invisible”, achicar el Estado y dejar en el desamparo a los vulnerables, a las grandes mayorías. Este fenómeno histórico desató fuerzas que comenzaron a cambiar la fisonomía económica del mundo. Una crisis de hegemonía marca el actual proceso de recomposición del capital y algunos países emergentes comienzan a desplazar a otros: China, en menos de cinco años desplazó como potencia industrial a Alemania y a Japón, y financia el alto e insostenible nivel de vida de los estadounidenses y, como si fuera poco, está dispuesta a meter la mano en la bolsa para ayudar a rescatar la economía de Europa, solo que pone como condición que los europeos les abran sus mercados. América Latina, no solo ha salido ilesa de la crisis que mantiene estancada o en picada las economías de Estados Unidos y Europa, sino que, sorteándola, crece económicamente y junto con su crecimiento, por primera vez, desde la conquista de los europeos, comenzó a trillar el verdadero camino de su independencia, la que no se pudo completar hace doscientos años, con Bolívar ni Toussaint Louverture, ni más adelante con Juan Pablo Duarte ni José Martí, porque logramos independencias formales, naciones con Estados, Repúblicas con nombres, países con presidentes, pero nuestro destino siempre estuvo amarrado a los intereses de fuerzas extranjeras que se adueñaron de nuestros gobiernos y nuestras riquezas. Siempre digo, que en el fondo, el triunfo de Occidente, a la larga fue una derrota, pues la ceguera provocada por este triunfo llevó a errores de cálculo que, de la unipolaridad, breve por cierto, llevaron a la multipolaridad que abrió un amplio abanico de oportunidades que ha hecho emerger de verdad a los llamados emergentes, y en este escenario, América Latina ha encontrado puertas abiertas para su despegue definitivo hacia el desarrollo.

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