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De ley y orden

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Luis Encarnación PimentelSanto Domingo

Como siempre, el pueblo dominicano acudió tranquilo y temprano a votar el domingo, reafirmando con su ejemplar comportamiento que los que complican las cosas y ponen en peligro la paz ciudadana y el equilibrio democrático cada vez que hay elecciones, son los dirigentes políticos, en quienes urge una revisión y un alto, a fin de que piensen primero en los intereses del país y luego en los de ellos. La JCE fue provista de todos los recursos, y ésta hizo esfuerzos que rayaron en la complacencia excesiva procurando unos comicios ágiles, creíbles y sin traumas; pero hubo gente de la oposición que desde muy temprano comenzó a torpedear al organismo y a sembrar desconfianza en el ambiente electoral. ¿Qué no se hizo, se denunció o se alegó? No importaron las satisfacciones y las garantías que se dieran sobre la idoneidad del sistema y de los controles institucionales, porque siempre primaba el interés de arrojar dudas. ¿Acaso alguien juzgaba por su condición? Lo cierto es que hubo poco respiro, poca contribución, y no fue el mejor servicio que se le hizo al país y a su democracia con el ataque sistemático a un órgano que, levantando una imagen del suelo, recuperó la confianza perdida, y ha hablado con resultados en los últimos procesos electorales. A no ser por las mañas y prácticas dañinas de la política, aquí las elecciones fueran más tranquilas y con menos despilfarro de recursos -de todos los lados-, que muy bien pudieran servir para otras cosas más productivas. Para meter en el orden debido a los partidos y para que la autoridad electoral, como dio un par de ejemplos a última hora, no dé pie a que irresponsables locales y algunos de afuera quieran proceder como chivos sin ley e incluso le desafíen. Hay que legislar, y pronto. Determinados atrevimientos e imprudencias en los medios, insiste este ciudadano comunicador, hay que darle un corte. ¿Quién se atreve a meter en cintura a una que otra gente que actúa como vaca sagrada, metiéndose en todos los terrenos y sin que para ella halla freno? Nadie que no esté en capacidad de acogerse a la ley y a la prudencia puede asociar permisividad dañina con transparencia, y mucho menos confundir control y respeto institucional (innegociable) con autoritarismo.

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