Las alertas para el 2012

Esta es mi primera columna del año. Tras una ausencia de mes y medio, abro los ojos en estas líneas para ver si encuentro nuevas realidades. Imposible decidirse por un único tema de los que marcarán la pauta. Será necesario poner mucho empeño en limpiar las lupas y mirar de cerca al poder, de cara a estas elecciones presidenciales que se juegan como si de un duelo de vida o muerte se tratara. Terminado el año de la transparencia y abierto el del Fortalecimiento del Estado Social y Democrático de Derecho, no se debe perder pie ni pisada a las nuevas autoridades judiciales. Aprovecho el tema para saludar los 25 años que lleva Nuria Piera haciendo precisamente eso. Felicidades por el eterno optimismo. La naturaleza se las ha arreglado para arrancar titulares y temores desde el primer mes del año. A los múltiples informes y advertencias de expertos locales se suman ahora nuevos datos emanados de investigaciones de científicos estadounidenses que nos instan a no perder tiempo y a prepararnos ante la posibilidad de grandes y devastadores sismos. Y este es uno de esos casos en los que poner candado luego de que nos roban no vale para nada. La educación deberá seguir atrayendo en 2012 la atención ciudadana: ojalá no se desarticulen coaliciones ni se dejen proyectos como el observatorio de ejecución presupuestaria del ministerio de Educación. Ya quisiera este año ver propuestas y menos cháchara, pero pocas esperanzas hay entre tanto barullo. Apuesto por un 2012, que ya no es tan nuevo, que deje atrás la intolerancia, la violencia, la discriminación, el machismo, la corrupción y la decepción. Que la crisis que ensombrece rostros en Europa y lleva hambre y muerte al tercer mundo encuentre capitanes y capitanas que no huyan como el del crucero Costa Concordia. A vivir se ha dicho.