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Ojo con las baterías usadas

Nosotros producimos contaminación a niveles monstruosos: Basura, industrias, plantas eléctricas, vehículos, insecticidas químicos, ruidos insoportablesÖ la lista es larga. Uno de los más peligrosos son las baterías usadas, por su contenido de plomo. Recordemos que un pueblito de Haina y sus habitantes, pasaron a ocupar el segundo lugar del mundo en contaminación de plomo, gracias al descuido provocado por el errático manejo de estos desechos reciclables, por parte de comercializadores instalados en el área. Sin embargo, últimamente hemos visto un persistente escarceo en procura de que se prohíba la exportación de baterías usadas, porque, supuestamente, una empresa local posee las instalaciones necesarias para hacer todo el reciclaje aquí. Lo primero es que bajo circunstancia alguna debe limitarse el libre comercio y el derecho que se tiene de exportar baterías usadas, emitiendo un absurdo decreto de prohibición de exportación. Ahí, como en todo negocio lícito, debe imperar el factor competencia de precios, no una “exclusión legalizada”. Por otra parte (y sobre todo), Medio Ambiente y el Gobierno deben manejar esto con mucha cautela, porque con la exportación de baterías viejas nos estamos librando de una cantidad enorme de factores contaminantes, independientemente a que son una fuente de ingreso de divisas. Según datos sin confirmar, anualmente exportamos cerca de mil furgones llenos de esas baterías, que antes eran mal manipuladas por los extractores de plomo y recicladores de baterías viejas, instalados en patios y sin los requisitos mínimos de seguridad ambiental. Claro que cualquier empresa puede reclamar el derecho a reciclarlas, pero debe verificarse que posea, no solo los hornos adecuados, sino también los equipos y controles exigidos internacionalmente para el delicado procedimiento, y la capacidad para procesar las 2.5 toneladas de “baterías muertas” que produce el país. Y, desde luego, sin privilegios excluyentes o proteccionistas.

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