Futuro previsible del país
La reelección este fin de semana del presidente Ma Ying-jeou en Taiwán, tiene efectos locales aleccionadores, no sólo porque justifica la certeza de la política del presidente Leonel Fernández en sus relaciones con ese país, sino también porque certifica como válida la continuación en el poder del PLD para consolidar el desarrollo económico-social e institucional. Ma, lidera desde el poder al histórico partido Kuomitang que fundara Chiang Kai Shek y dio paso a la creación de Taiwán, al imponerse por mayoría absoluta y propiciar lo que ha llamado prosecución de la “integridad, de la prosperidad y la paz”, en obvia referencia a su política de aproximación y previsible futura adhesión a la República Popular China. En su gobierno ha propiciado un activo comercio entre los dos territorios y una programa de inversiones que supera los US$100,000 millones, entrelazando capitales y ampliando sus mercados, tanto que ahora se habla de una asociación de libre comercio entre los grandes: China, Japón, Corea del Sur y Taiwán. Previendo que los acontecimientos relativos a China y Taiwán derivarían en ese punto, Leonel se resistió a la política de corte imperialista de China que condiciona la iniciación de relaciones diplomáticas y de comercio con República Dominicana a un previo rompimiento con Taiwán. Casi toda América Latina accedió al pedido chino, y abandonó lo que desde 1949 fue una productiva y respetuosa relación de intercambio con Taiwán. A pesar de ello, el comercio entre China y RD se ha multiplicado tanto, lo mismo que las inversiones directas de ese país en territorio nacional, que supera con mucho el que se mantiene con Taiwán, pero los dominicanos preservamos la “integridad” con respecto al gigante asiático. Así veremos al país adhiriéndose a lo que decidan los chinos en el futuro cercano. Quizá la enseñanza más importante del pueblo taiwanés, que en una ocasión el opositor Hipólito Mejía señaló como el ejemplo a seguir por el país y ahora desdeña, es la manera como escoge en democracia continuar con lo que está bien y le ha permitido ubicarse como una de las economías más desarrolladas de la actualidad, con tan solo dos tercios del territorio dominicano. En el país nos sometemos a una prueba política de la misma envergadura. El próximo 20 de mayo tenemos que decidir si continúa en el poder el Partido de la Liberación Dominicana, que desde 1996 al 2000 y de nuevo desde el 2004 hasta la fecha, ha transformado el país, abriéndolo al mercado internacional rompiendo la vieja tradición de control de precios y propiciando acuerdos de libre comercio, destrabándolo de un sistema de justicia manipulado por cacicazgos políticos, liberando de controles centrales las políticas monetaria y financiera, profesionalizando y elevando la calidad de prestación de la administración pública y mejorando la vialidad y transporte de las grandes ciudades, coronando con un cierre de siglo con crecimiento económico superior al 6% del PIB promedio anual. Paralizado el crecimiento y la estabilidad del 2000 al 2004, lo mismo que la construcción de grandes obras de infraestructuras para impulsar el desarrollo del campo y de la ciudad; deteriorado los servicios con pérdidas sensibles de la autoridad y vigilancia de los cuerpos armados y de la Policía, lo que dio paso a la industria del narcotráfico, era dable que perdiéramos la credibilidad ante la comunidad internacional para asistirnos con créditos y asistencia técnica y frenar el deterioro social, lo que incrementó la pobreza y la marginalidad. Retomado el poder en 2004, desde entonces hasta hoy el país volvió por sus fueros, creciendo a una tasa semejante al cuatrienio 1996-2000, devolviendo la pérdida estabilidad macroeconómica, consolidando todos los avances institucionales, con nueva y moderna Constitución con sus nuevos órganos de control constitucional, ahora en camino de la autosuficiencia alimentaria agrícola y pecuaria, pero esta vez con un plan y acción para combatir la pobreza y la marginalidad desde un gabinete social que con probidad ha puesto en práctica los planes alrededor de la tarjeta Solidaridad y cumplido las etapas básicas ordenadas por el nuevo Sistema Nacional de Seguridad Social. Hoy tenemos un 50% de la población con servicios médicos garantizados y más de 2 millones 250 cuentas de pensiones y más de 100 mil disfrutando de su pensión individual. El Gran Santo Domingo, con un tercio de la población, pronto extenderá el transporte colectivo de metro al que se le incorporan corredores de autobuses en superficie que no tendrá que envidiar a las grandes ciudades del mundo, mientras la autopistas y corredores de los polos turísticos nos confirman como el segundo país mejor comunicado de América Latina, después de Chile. De US$20,000 con que cerró el PIB en 2004 pasaremos este año a US$58,000 millones, agregándole al exitoso modelo de desarrollo el potente motor de la minería, apagado desde la década de los 90 y ahora con expectativas de vida por las próximas dos generaciones. ¡Qué mucho parecido tenemos con el camino recorrido por Taiwán, aunque en nuestro caso con menor velocidad y sin el generoso capital norteamericano que, a manos llenas, posibilitó su extraordinario salto adelante!