El futuro dominicano

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Silvio Herasme PeñaSanto Domingo

Debemos pensar -sin pretender ser demógrafo- que si en 50 años la población dominicana creció de millón y medio de personas a 10 millones, lo natural es esperar que en 20 años los dominicanos podrían ser un pueblo de aproximadamente 16 millones de personas. Eso, pese a que la tasa de natalidad que en los años sesenta preocupó a muchos especialistas, ahora se nos habla de una tasa de crecimiento moderada, considerada para países en desarrollo. Es decir entre un 1.5 a menos de 2.0%. Pero si el país no va poniendo su población en posición de sustentar el crecimiento económico se va a encontrar con que la tierra perdería su fertilidad; sería más difícil aprovechar nuestros recursos hídricos –lo que nos queden- y el abastecimiento a la población pudiera ser muy frustrante y precario. Y lo que acabo de prescribir arriba son parámetros para sociedades muy atrasadas y con perspectivas de crecimiento económico muy escasas. Sin embargo, en los grandes servicios financieros se está considerando a la Rep. Dom. muy por delante de esos países parias –como se les dicesin perspectiva alguna de sostener un proyecto sólido de crecimiento económico. Recientemente la evaluadora Fitsch consideró que la República Dominicana se sale del grupo de países en su entorno y que es prácticamente el único que puede acceder a los mercados de capital con la posibilidad de no sufrir trauma para colocar bonos de capital. Eso mismo ha dicho la evaluadora inglesa The Economist y otra empresa similar japonesa. Hablan de que no se dice “gran cosa” de las buenas noticias de República Dominicana en el Caribe. Sin embargo, sabemos de inversiones probables para el país que abandonaron su propósito al no encontrar aquí personal calificado que pudiera respaldar esas inversiones, no solo el caso patético de Intel. Y resulta incongruente que de este país se vaya o deje de instalarse una empresa que viene buscando personal capacitado y no lo encuentra. ¿De qué ha valido el envío de tantos jóvenes a especializarse en el exterior… peor aún: dónde están?. O fue sencillamente que se quedaron y obró en el caso una especie de “autoexilio”. Decir, por ejemplo, “yo estoy mal, pero si vuelvo estoy peor porque no he sabido de nuevas oportunidades allá”. Esto hay que tomarlo con seriedad… primero que nada, que esos jóvenes enviados a estudiar en el exterior regresen a su país a engrosar la lista de técnicos de que dispone la economía… Es una garantía de su presente, futuro: engrosar las posibilidades del país y no solamente contentarnos con que equis cantidad de jóvenes fueron enviados al exterior y regresaron, están empleados en el país y rinden las funciones para las que estudiaron. Sería muy frustratorio que ese programa de especialización –pagado con fondos estatales- se convierta en una suerte de lotería en donde los elegidos se convierten en usufructuarios de los recursos del Estado sin que medie ninguna responsabilidad con éste. La educación superior cuesta en todas partes del mundo y quien la pague con sus recursos privados puede hacer con su inteligencia lo que quiera. Pero el que recibe el “palio” del Estado debe pagarle a la sociedad –de cualquier manera- la inversión que lo convirtió en un instrumento de realización económica. Existe abundante literatura sobre estas experiencias, y lamentos de países que se resienten –como España y Uruguay- del caso de los profesionales jovencitos que emigran hacia el exterior, especialmente ingenieros y médicos. El caso de los estudiantes africanos en China es el más dramático, porque se trata de más de 15 mil becarios que ingresan diestra o indirectamente a la capacidad productiva china. Ya sea que se queden en China o regresen a sus países, si no se quedan. Y serán parte del plantel chino para transformar al Africa. Es un fenómeno que debemos estudiar y entender correctamente. Nuestro gran desafío es que el “flux” le va a quedar chiquito al cuerpo del niño que crece. Solo puede crecer hacia dentro, ya no hay tierras para colonizar, solo podemos intensificar la producción de nuestro propio espacio. ¿Endogamia?. ¿Cómo vivirán 18 -o- 20 millones de personas en esste “tarantín”. ¿Lo lograremos?. Cuando eso llegue ya estaremos lejos: Ojalá el país pueda conquistar su propio futuro, dicen que asi ha sido siempre.

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