MUCHACHOS CON DON BOSCO
La sonrisa de María
El pueblo dominicano tiene una madre: la Virgen de la Altagracia y celebramos su fiesta el 21 de enero, con mucha alegría y regocijo. La imagen que veneramos de la Virgen de la Altagracia nos presenta el nacimiento de Jesús, en donde se encuentra la Virgen María con el Niño acostado en un pesebre, bajo la mirada de su esposo José, y coronada como Reina. Esta imagen representa la continuidad de la Navidad que hace días hemos celebrado y que en esta fiesta toma una tonalidad eminentemente dominicana. La llena de gracia, que es la madre de Dios, se convierte en la madre de nuestro pueblo y nos llena de su alta gracia bendiciéndonos en forma sonriente. ¿Cuál es la alegría que nos ofrece y nos trae la Virgen? La primera palabra de Dios cuando el Salvador se acerca al mundo, es una invitación a la alegría: ¡Alégrate! Es lo que le dice el ángel a María. Ciertamente, Jesucristo nace de la alegría de Dios que viene a traer la alegría a este mundo. La alegría nace y crece en lo más profundo de nosotros mismos, pues es un don muy hermoso de Dios que hemos de cultivar con humildad y generosidad. La verdadera alegría tiene su espacio y se siente en el alma. Por eso María dice: “Proclama mi alma la grandeza del SeñorÖ”. Pero podemos preguntarnos, ¿cómo se puede estar alegre en medio de tanto sufrimiento, de tantos problemas y conflictos, de tantas crisis? La alegría de la Virgen María es la alegría de una mujer creyente que se alegra en Dios su salvador, el que levanta del polvo a los humildes y dispersa a los soberbios de corazón, el que colma de bienes a los hambrientos y despide a los ricos sin nada. La verdadera alegría solo se puede dar en el corazón de la persona que anhela y busca la justicia, la libertad y la fraternidad entre todos. La sonrisa de la Virgen de la Altagracia es debido a que se alegra en el Señor que viene a hacer realidad la esperanza para los abandonados de la República Dominicana. La bondad, la acogida y la alegría que son una característica del pueblo dominicano son un don que nos ha concedido nuestra madre la Virgen de la Altagracia. Recemos a la Virgen: ¡Oh Virgen de la Altagracia, Madre de Dios y Madre del Pueblo Dominicano! Tú, que desde esta tierra manifiestas tu amor a todos los que solicitamos tu protección, escucha esta oración que te dirigimos y preséntala ante tu Hijo Jesús. Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestro Pueblo. No nos sueltes de tu mano amorosa y condúcenos por el camino de la salvación. Concede a nuestros hogares la gracia de amar y de cuidar la vida y protege a nuestras familias para que estén siempre unidas y bendice la educación de nuestros niños y niñas. Tú eres nuestra esperanza, concédenos la verdadera alegría y la verdadera paz que vienen de tu Hijo nuestro Dios. Amén.