FIGURAS DE ESTE MUNDO
La cuna de Eduardo Brito
(Murió el 6 de enero de1946 en Santo Domingo)Lejos de su país, coronado de triunfos, colmado de esperanzas, el gran barítono dominicano Eduardo Brito se recreaba al recordar con intensa emoción el querido pueblo de su infancia, Puerto Plata. Por feliz coincidencia, una de las famosas piezas que interpretaba de “Los gavilanes” expresaba este sentimiento personal: “Mi aldea, cuando el alma se recrea al volverte a contemplar…”. El cantante, en cuyo honor ostenta su nombre la sala principal del Teatro Nacional, siempre tuvo presente el suelo natal, en torno de sus primeras aventuras artísticas. A veces su madre tenía que ir a buscarle por las cercanías del hogar. El pequeño artista hacía caso omiso a todo, embriagado por el placer de cantar. Cantaba, y la gente humilde se arremolinaba para escucharle. Una vez un policía le dijo a la madre de Brito: “Doña Liboria, voy a llevar a Eleuterio (Eduardo) al parque para que cante y le traiga dinero. Los ricos le darán con seguridad, cuando lo oigan, mucho dinero”. La madre del incipiente artista quedó pensativa. Las ansias de Eleuterio salieron a fl ote. Pidió a su madre que le permitiese ir con el policía al parque para vivir su tierno mundo del canto. Su madre se resistió: “No, no –dijo–. Se le puede romper una vena. Él quiere cantar muy fuerte”. Únicamente a hacer diversos ofi cios -limpiabotas, dulcero, albañil, peón de muelles- le habían enseñado sus pobres padres. Al fi n y al cabo, doña Liboria no lo dejó cantar en el parque, pero sí donde los vecinos, entre quienes colectaba unos 50 centavos diariamente, con su canto. Así es arrastrado inconteniblemente a la realidad que siempre había afi rmado: “¡Nací para cantar!”.