VIVENCIAS
Manual imperfecta homilía
Monseñor Joaquín Antonio Peñalosa es un profesor universitario, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y maestro de Homilética y Pastoral de los Medios de Comunicación Social en el Seminario Mayor de San Luis Potosí. Escribió el Manual de la Imperfecta Homilía que comentaré en varias entregas no sucesivas. Creo igual que lo señalado en la presentación del manual, que éste debe ser de lectura obligatoria para seminaristas y sacerdotes porque enseña el arte de preparar y presentar una homilía. Aclaremos antes, la homilía proviene del griego y significa reunión, conversación, plática íntima, sin muchos formalismos y palabras rebuscadas. La homilía imperfecta es aquella que no tiene argumento, no tiene contenido, es vacía, no dice nada, no enseña nada, no aclara, más bien enreda, no activa la fe de nadie, es como el bagazo de la caña después de extraído su jugo. Es por decirlo en un lenguaje llano, carece de un ordenamiento, aburrida por lo extensa, frívola, sin imágenes, con ausencia total de vivencias que reflejen o den fe de la autenticidad del predicador. Para que una homilía despierte el interés y el fervor del que la escucha, sobre todo porque constituye el último recurso que queda para evangelizar al pueblo, tiene que estar apoyada en un tema con la fuerza argumental suficiente, que permita en pocas palabras expresar una idea esencial sin ambages, con el pensamiento puesto en aquello que es lo trascendental no en lo banal. La haraganería, la comodidad y la rutina son los enemigos más peligrosos que persiguen a aquellos que tienen a su cargo la responsabilidad de pronunciar las homilías en cada Eucaristía, principalmente en las misas del domingo. Otros aspectos sobre este tema los trataré en otras entregas, advirtiendo, que si bien algunas revistas católicas de reflexión diaria son buenas para el crecimiento espiritual, éstas no pueden sustituir el Leccionario, tampoco como fuente de lectura para leer los comentarios a las lecturas del día como si fuera la Santa Palabra. Con razón dice monseñor Peñalosa: “Dime cómo te preparas y te diré cómo predicas”.