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Dos años después

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Laura CastellanosSanto Domingo

Hace ya un año, cerca de esta fecha, escribí una columna de título similar al aquí plasmado: “Un año después”. En aquel momento, Haití continuaba bajo el azote de la crisis del cólera, luego de doce meses de la ola de muertes causada por el terremoto del 12 de enero de 2010. El turismo de tragedia que caracteriza estas crisis humanitarias ya había cesado y el tema parecía escurrirse sigilosamente de las agendas de los países desarrollados y los organismos multilaterales. Mientras, las decenas de miles de familias que perdieron sus ya precarias viviendas, continuaban expuestas y resignadas en las carpas improvisadas. Dos años después, al mundo le debe quedar la vergüenza colectiva de que Haití se mantiene en la misma situación. Los manidos proyectos de reconstrucción y de generosas donaciones se diluyeron en ese transcurrir. Muchos países participaron orondos y heroicos en los foros de recaudación, a la vez que asumieron públicamente compromisos que al día de hoy no han sido honrados. Como suele ocurrir, la boca se abre con mucha más facilidad que la cartera. República Dominicana ha sido de los pocos en cumplir su ofrecimiento. Este 12 de enero, el presidente Fernández inaugurará la Universidad Rey Henri Christophe. Este mismo país en vías de desarrollo, que recibe innumerables críticas por su trato a ciudadanos haitianos, se constituye así en el único que ha cumplido a cabalidad lo ofrecido, de forma oportuna y diligente. En este fatídico aniversario, la reconstrucción haitiana continúa siendo un proyecto sin concluir. No puede resultar de otra forma: sencillamente, no puede concluir lo que nunca ha iniciado de forma real. La relación del daño experimentado por esta media isla y lo realmente reconstruido, nos lleva necesariamente a esa penosa conclusión. Fue tanto lo perdido y es tan poco lo recuperado, que el futuro haitiano sigue tan oscuro e incierto como hace dos años.

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