Valdez, año 14
La experiencia que otorga estar muchos años en funciones públicas, desde luego ejercidas con calidad y eficiencia, indudablemente que dan aval de gerencia. En la gerencia política también se cumple, pero los mandatos prolongados tienen ventajas e inconvenientes. La sensación de necesidad sobre la base de la experiencia es muy típico de los gobernantes, mas no para un gobernador de banca central, y sencillamente no lo es, porque no se crean los debates propios de la alternancia del poder. El buen manejo de la economía requiere que no haya ruido en su ambiente, y es justo reconocer que desde la gobernación del Banco Central el licenciado Héctor Valdez Albizu ñcara económica del Gobiernoóle ha dado fuerza moral a esta gestión gubernamental sobre la base de la prudencia, el buen tacto y el conocimiento. Las autoridades gozan de la confianza de los ciudadanos, y se debe precisamente a los resultados que ha obtenido el país. Entonces, la permanencia en el cargo del Valdez ha sido posible sobre el argumento de hacer una aportación considerable a la consolidación de la economía y no bajo el pretexto de ser el hombre imprescindible. Es una suerte de Alan Greemspan criollo. El norteamericano trabajó para Reagan, Bush padre, Clinton y Bush hijo; el dominicano con Joaquín Balaguer y Leonel Fernández. Y la realidad está ahí: la recuperación y restablecimiento de la autoridad monetaria y financiera, devaluada en la etapa en que el país vivió en “estado de coma”. Esto le convierte en un activo importante del Gobierno, y lo es porque se han echado las bases para que el cargo de gobernador del Banco Central sea un referente, por su rigor y competencia. Pese a todo, no han dejado de oírse voces discrepantes. Redes de críticos han calificado de fracasado el “modelo económico”. Sin embargo, no han podido alzarse testimonios que alcancen una refutación seria a la generación de empleos, baja inflación y reducción de pobreza. Sus críticos sólo hablan, pero precisan poco. Y esto sí que lo encumbra. Su rigorismo ñno integrismo- está a la vista: privilegiar la estabilidad con el beneplácito del presidente Fernández, su escudo protector. Pienso que no se es lisonjero cuando se le reconoce como un extraordinario funcionario, eso sí dentro de un reparto de papeles como actores que son, con el mayor espacio para el ideólogo y guionista de la obra de gobierno que se lleva a cabo: el presidente Fernández. Realmente Valdez y el equipo económico le han evitado a la sociedad dominicana que se asentara el pesimismo, en el imposible de que recuperáramos la solvencia de la nación. Y ante las dificultades locales no ha tirado de la crisis económica global para eludir cualquier responsabilidad. Por el contrario, es tan enfático que nos dice que no hay crisis, apoyándose en la experiencia y los hechos, porque tiene el honor en casi catorce años, de dirigir el Banco Central y las tediosas negociaciones económicas con los organismos internacionales. Pero más: ha brindado el marco de seguridad a los inversores con políticas claras sin que estos tengan que resguardarse de caprichos políticos. En fin, ha sido una administración modélica. Pero no faltan los mal intencionados voceros opositores con sus obsesiones catastrofistas que a diario nos dicen que el país iría a la bancarrota de no haber sido por el “FMI y los empréstitos”. Pero resulta que esas mismas voces cuando dirigían el país gozaron de esos apoyos, ¡y el mundo exterior era una felicidad!, sin embargo, el país sí que fue a la quiebra general y al desconcierto. Valdez ha tenido que vencer esta ansiedad por la crisis, y la incertidumbre que siembran incluso profanos de la economía con sus discursos agoreros, cuyo único interés es arrojar sospechas a las cifras. Parece que les sepa mal que vayamos bien. Estos sempiternos adversarios están condenados a la paulatina depauperación política.