CONTACTO
Nelson Morrison en verso y prosa
Como parte de las estructuras literarias las Odas han atravesado el firmamento como canciones para exaltar un hecho o acción que penetre en el alma del poeta y utilice las palabras para describir lo que impacta su sensibilidad. No importa que se haga en prosa o en verso, por eso la Oda sin Rima a un hermano, escrita por Milton Morrison, me hizo recordar el nacimiento de su hermano Nelson Alejandro Morrison, que me llevó como padre primerizo a emprender una entusiasta carrera por los predios de la Cruz de Mendoza, junto a mis hermanos Heriberto y Ramón, hace ya algo más de cuatro décadas. Cuando el poeta Franklin Mieses Burgos nos leyó para sorpresa de todos la Oda Séptima a Nelson Alejandro Morrison, me quedé meditabundo esperando que la vida no desdijera la exaltación del poeta inmortal. Por eso la columna de Milton la reproduzco en forma íntegra por que sintetiza, en aras de la justicia y de la verdad, lo que ha sucedido: Oda sin rima a un hermano. No pretendo igualar ninguna de la Odas Elementales de Pablo Neruda, ni mucho menos la Oda séptima a Nelson Alejandro escrita por Franklin Mieses Burgos. Más bien de lo que se trata es de la puesta en línea de palabras para un reconocimiento a un ser humano, cuyas cualidades personales y profesionales me hacen verlo como un dominicano ejemplar, quizás menos conocido en el país que cualquier talento joven de la farándula, o un merenguero de calle o algún político vernáculo coyuntural de trayectoria populista o clientelar. Escribo sobre un profesional que ha hecho aportes muy valiosos a la ingeniería estructural dominicana, así como aportes significativos a las buenas prácticas y enseñanzas de la ingeniería en casi todos los países de Centro y Latinoamérica, plasmados en cursos y formación a más de 1,000 profesionales de la ingeniería latinoamericana, representados en decenas de pergaminos y reconocimientos otorgados por mas de una docena de universidades latinoamericanas. La expresión de que nadie es profeta en su tierra interpretada y extraída de las sagradas escrituras, no se aplica al respeto profesional que se le tiene en el país, a pesar de las mezquindades humanas, por cierto muy humanas en una sociedad donde la caricatura y el calcar predominan sobre lo genuino y el aporte real. Pero más aún es el reconocimiento en otras latitudes hispano parlante donde muy frecuentemente visita para ir a instruir o más bien ejercer el oficio que le legara su abuelo el profesor Egbert Cleveland Morrison. Indudablemente que las cualidades personales que le adornan superan en grandes dimensiones las profesionales ya descritas. Cuando me refiero en las múltiples charlas sobre liderazgo basado en valores que he impartido a nivel nacional, a los tres valores fundamentales que ha de tener un líder, que son honestidad, empatía y solidaridad; más bien de manera no expresa e indirecta parece que me he estado refiriendo a su persona.