FIGURAS DE ESTE MUNDO
Adoración de los Reyes Magos
Los primeros en rendir homenaje al Niño Jesús fueron los animales, que son la naturaleza; luego, los pastores, que son el pueblo, y, en tercer lugar, los magos, que son el saber. En efecto, los magos eran sabios o doctos en diversas ciencias, especialmente en astronomía y religión. El número de tres y los nombres de Gaspar, Melchor y Baltasar datan del siglo IX. No eran reyes, sino consejeros de los reyes en Media y en Persia (hoy Irán, Afganistán y Pakistán). Ningún rey se hubiera atrevido a declarar la guerra sin haberlos consultado previamente. Eran poseedores de los secretos de la tierra y de los cielos. Vinieron del Oriente a Jerusalén, en días del rey Herodes, preguntando: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?, pues su estrella hemos visto en el Oriente y venimos a adorarlo”, según relata San Mateo en el capítulo 2. Guiados por la estrella que habían visto en su país, llegaron por fin a la casa (ya no al pesebre), en Belén, donde vieron al Niño Jesús con María, su madre, y postrándose lo adoraron. Arrodillados dentro de sus mantos suntuosos, regios y eclesiásticos, estos poderosos abrieron sus tesoros y le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. El oro se regalaba a un rey, el incienso a un dios y la mirra al hombre. Ellos mismos se ofrendaron también como prenda de la sumisión del mundo. En verdad, Jesús solo quiere que le demos nuestro corazón, tal como es, pecaminoso, y Él lo tomará, y lo hará mejor; lo modelará a su semejanza, y Él mismo se nos dará y será nuestro para siempre.