Un incumbente legítimo del éxito
Al cierre de este 2011 la historia democrática del país no registra otro año tan exitoso y productivo para un político en ejercicio del poder como el cosechado por el doctor Leonel Fernández. Proclamó la reforma constitucional de derechos de tercera generación que y amplía hasta un Tribunal Constitucional la garantía de aplicación de sus preceptos básicos; redujo la pobreza total en más de 10 puntos porcentuales y la extrema en cerca de 5 puntos; elevó a más de dos tercios el seguro subsidiado (2.3 millones) de salud a la población que agotó su fuerza de trabajo y dejó al desamparo la ausencia por más de cuatro décadas de un régimen de seguridad social; incrementó la producción alimentaria básica con tanto estímulo que su problema es de sobreoferta; los aportes al PIB de la minería en este año, expone los primeros resultados de propiciar la reinstalación del sector como motor potente del modelo económico; la inflación total, no obstante ser atacada por efectos exteriores que la impactaron al alza en un 40%, termina en 8% y con los demás factores macroeconómicos bajo control. En el plano político, sus éxitos son no menos notables: deja absortos a descreídos propios y extraños cuando hace pasar por la asamblea general de la ONU la resolución que ordena a todos los órganos relacionados con el comercio y las finanzas del organismo mundialista examinar la manipulación de los mercados de alimentos y petróleo; confirma su indiscutible liderazgo y preserva la unidad del PLD, inutilizando los estímulos exteriores a la competencia interna de una sociedad civil inficionada de antileonelismo, y por primera vez en la historia reciente, se intenta relevar en el poder al partido oficial con una opción presidencial distinta, basada en la eficiencia gubernamental, reto sólo superado en Latinoamérica por Lula Da Silva y el PTB de Brasil. Después de más de 7 años consecutivos de ejercicio del poder y de políticas iniciadas con el período, tales como el combate la pobreza y la consolidación de la seguridad social, el presupuesto público que sustenta tales políticas no ha fallado ni un solo mes en ejecutar las duodécimas que le corresponden a ambos programas. Consultaba al tesorero de la Seguridad Social cuál, de los sectores público y privado, es el más puntual pagador y nos aseguró automático que el Estado, aún más que cualquiera de las corporaciones nacionales o extranjeras privadas. Es cierto, ningún órgano de gobierno o del sector privado gremializado puede pasar inadvertida la presencia e influencia de un político que registra tales logros, ni tampoco evitar que sus críticos se sientan impotentes e interpreten que la sociedad ha sido secuestrada por su potente influjo. Leonel, en efecto, es un líder en pleno proceso ascensional con el mérito, indudable aún para sus más conspicuos opositores situados en la cumbre literaria, de haberlo logrado en medio del más absoluto respeto por los órganos y las prácticas democráticas, soportando, incluso, excesos en el ejercicio de las libertades de prensa y de expresión. Una sola expresión con que cierra el año 2011 uno de los centros de estudios económicos y sociales más acreditados del orbe, The Economist, de Inglaterra, cuando se refiere a República Dominicana: “una poco conocida historia de éxitos”, nos provoca la interrogante de cuánto habrían influido en la mentalidad local e internacional las ONGs que han dado refugio a fracasados actores políticos cuya principal motivación ha sido desmeritar toda acción que emprenda Leonel Fernández. Cierto es que la frustración de proyectos de desarrollo personal impulsa a profesionales, muchos de ellos muy bien dotados y dignos de mejor suerte, hacernos creer que para nada hemos avanzado. Pero si los diagnósticos de organismos reconocidos internacionalmente como el BM, el FMI, el BID y la CEPAL todavía no son suficientes para vencer esa irracional actitud que sólo hace daño al país, hagamos acopio de una apreciación de un premio Nobel de Literatura del 2010, cuya vocación crítica es ya proverbial y muy tomada en cuenta por su autoridad. Se trata de Mario Vargas Llosa, quien al momento de recibir el Doctor Honoris Causa de la Universidad Apec, el pasado día 29, ponderó la transformación operada en la República Dominicana, de la que dijo representa una de “las experiencias más estimulantes, más felices y más alentadoras que haya vivido América Latina”. Se trata de una experienciaódijoóque había que dar a conocer, sobre todo, para demostrar cómo es posible combatir el subdesarrollo, dejar atrás la experiencia del autoritarismo, construir instituciones, convivir en la diversidad. Por eso afirmamos, sin temor alguno de que intenten desautorizarnos con irresponsables e injustos epítetos, que Leonel es un incumbente legítimo del éxito que hoy se pregona del país.