Grandes alternativas

En los ultimos días, un falso profeta expresó que el mundo en que crecimos está llegando a su fin. Si hacemos una honda reflexión, lo que posiblemente quería decir es que está concluyendo una era y que podemos prepararnos para hacer del futuro algo mejor que el presente, en un mundo que actualmente está aquejado por graves desigualdades sociales, por agrias disputas económicas y por guerras desvastadoras. En una opinión conservadora, apenas un tercio de la humanidad cuenta con buena alimentación, con adecuada higiene y atención medica; el resto sufre de hambre y muere a temprana edad. Aquí cabe la expresión que la riqueza de algunos significa la pobreza de otros, y para mantener el nivel de vida de quienes han sido privilegiados por la historia y las circunstancias, hemos propiciado el destructivo desarrollo que ha puesto al planeta al borde de una crisis entre los grupos humanos y su ambiente físico y social. Este periodo peligroso que nos amenazan no está a 100 ó 200 años de distancia, sino que puede afectarnos dentro de las dos o tres próximas décadas, en el lapso de una generación. Para emerger de la crisis y gestionar un camino menos accidentado en busca de una prudente solución hay que aplicar grandes alternativas. Inicialmente la cooperación, evitando el aislamiento que nos permita actuar haciéndole más caso al bienestar de la comunidad. Ejecutar la democracia con una alta rigidez y respeto porque nada bueno surge de las coerciones. Y para aquellos que ejercen la política, que apliquen la ciencia y no utilizen la esperanza como un nuevo lema para aplacar la desesperación de los pobres, por el contrario, ejecutar programas de organización del Estado para dirigir la administración pública hacia la consecución del bien común.

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