PENSAMIENTO Y VIDA

Hechos de los Apóstoles

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Francisco José Arnaiz S.J.Santo Domingo

Durante siete semanas consecutivas, después de la fiesta de la Resurrección de Cristo, la Iglesia recuerda, celebra y vive litúrgicamente ese hecho y misterio. Esto manifiesta ya la inmensa importancia de esa realidad para nuestra fe. En estas siete semanas, en la liturgia de la palabra, hemos leído el libro conocido como Hechos de los Apóstoles. Lo hemos hecho con interés creciente y fruición. Es un libro exquisito, que rebosa fluidez y frescura. Testigo de cuanto narra, escribe con naturalidad, sin pretensiones como quien lo hace para si mismo. Su autor, Lucas, hombre culto sabe del oficio de escritor y había mostrado ya su destreza en este difícil arte en la confeccion de su evangelio y vuelve aquí a confirmarlo. En este su segundo libro quiere continuar lo escrito en el primero. En éste, como él mismo nos testimonia había tratado informarnos quién era Jesús y lo que Jesús había hecho y había dicho y ahora pretende contarnos lo que sucedió después de la ascensión del Señor. El título de su obra “Acta o Actus apostolorum” (“Hechos de los Apóstoles”) en modo alguno coincide con el contenido del texto.La mayoría de los Apóstoles no aparecen en ningún momento. Los protagonistas de su obra son San Pedro y San Pablo. Del primero habla desde la ascensión de Cristo hasta el Concilio Apostólico de Jerusalén. Del segundo desde su conversión hasta su llegada a Roma. Es claro que no pretende hacer una historia detallada de lo sucedido. Son como notas al hilo de los acontecimientos para trasmitirnos el origen y desenvolvimiento de la joven Iglesia cristiana y el llamamiento de los gentiles a la fe cristiana. Como escribe el P. Schokel, “más que las dificultades internas de la Iglesia, lo que le interesa al autor es la misión, la Iglesia como instrumento de Cristo para la salvación de la humanidad. Los asuntos internos se describen sólo en cuanto inciden sobre el avance de la salvación en el mundo. Esta es quizá la gran lección del libro para el lector moderno: la Iglesia no puede vivir cerrada en sí misma ni preocupada de sí misma. Su esencia es ser instrumento de Cristo para la salvación de los hombres. Y lo mismo su organización que sus problemas han de ser resueltos mirando a la eficacia de su misión, razón de su existencia” El contenido del libro abarca un período de unos treinta y cinco años, desde la primavera del año 29 hasta la del 64. Esquemáticamente tres son las partes del libro. La primera parte (capítulos uno al noveno) se refiere al período judeocristiano. Jerusalén es el centro de operaciones. Se elige al substituto de Judas. Descenso del Espíritu Santo (Pentecostés). Primeros milagros, predicaciones y conversiones realizados por Pedro. Muerte trágica de Ananías y Sáfira. Aumento de conversiones que desencadenan una fuerte persecución. Institución de los diáconos. Martirio de uno de ellos, Esteban. Conversión de San Pablo. Propagación de la fe en Judea y Samaria. La Segunda parte (capítulos nueve al quince) se refiere al inicio misionero entre los paganos. El centro de operaciones es Antioquia. Conversión del centurión Cornelio y familia. Establecimiento de la primera Iglesia de paganos convertidos en Antioquia. Ayuda de ellos a los fieles de Jerusalén. Problemas entre los judeocristianos y los paganos cristianos. Primer viaje de San Pablo en compañía de Bernabé. Concilio Apostólico en Jerusalén. La Tercera parte (capítulos diez y seis al veintiocho) nos narra la misión mediterránea entre los gentiles con San Pablo como figura central. Segundo viaje suyo. Establecimiento de las Iglesias de Tesalónica y de Filipos en Macedonia y de Corinto en Acaya. Proclamación del evangelio en Efeso y en toda el Asia proconsular. Regreso de San Pablo a Jerusalén. Apresamiento y conducción de Pablo a Cesarea. Predicación ante los gobernadores romanos. Apelación suya al César, Viaje por el Mediterráneo central. Naufragio y arribo a Roma. La tradición de la primitiva Iglesia , la de los primeros escritores cristianos y la de los Santos Padres concuerdan en afirmar que el autor es sin duda el médico y evangelista Lucas, colaborador de San Pablo y compañero suyo durante algún tiempo. Los testimonios escritos más antiguos los encontramos en Ireneo, San Clemente de Alejandría, San Ignacio de Antioquia y Eusebio de Cesarea en su Historia Eclesiástica. Aparte de estos testimonios hay citaciones y alusiones claras en otros autores. Tal convergancia de criterio en el siglo II hace deducir que este libro estaba ya muy difundido entre todas las Iglesias cristianas a finales del siglo primero. Otras razones de tipo interno confirman lo mismo. El mismo autor dice en su prólogo ser el autor del tercer evangelio. Por otra parte es evidente la identidad de vocabulario y de expresión, de estilo y forma. El plan general de ambas obras complementarias apunta diáfanamente al mismo cerebro y a la misma mano. Renán y Arnack reconocen terminantemente que el autor de los Hechos de los Apóstoles y del Tercer Evangelio es el mismo. Hoy todavía no se puede fijar la fecha exacta de su composición. Los antiguos escritores opinaron de forma distinta. Hay quienes defienden que Lucas escribió este libro algún tiempo después de la muerte de San Pablo y que lo hizo en Roma. Otros afirman que lo compuso en Roma inmediatamente después del primer cautiverio de San Pablo. Así nos lo trasmite Eusebio de Cesarea en su Historia Eclesiástica. Todos los indicios son que Lucas escribió básicamente su libro muy pronto y que lo finalizó en Roma poco después del fin del cautiverio de San Pablo entre el año 61 y 63. El relato queda bruscamente interrumpido y es inverosímil que el autor hubiera dejado de contarnos el martirio de San Pablo, de haber escrito su libro después de este acontecimiento clave. Por lo que se refiere al lugar donde Lucas lo escribió, aunque se tiene a Roma como el lugar más probable, no faltan Padres de la Iglesia que den a entender que lo compuso en Acaya o en Atica o en Macedonia o en Alejandría. No faltan quienes digan que el lugar fue Efeso. Lucas es un autor que nos narra en su mayor parte los hechos que él mismo ha visto y vivido, sobre todo respecto a los viajes apostólicos de San Pablo con el que convivió doce años. Los restantes datos le fueron proporcionados por testigos totalmente fidedignos. El mismo se describe como escritor muy acucioso. El libro de los Hechos de los Apóstoles es de capital importancia para conocer los inicios del cristianismo, ese primer período heroico de la Iglesia, de la primera generación cristiana. Pocos tan capacitados para ello como Lucas. Su carácter y posición en la naciente Iglesia, sus relaciones personales con los dirigentes del cristianismo primitivo, el medio ambiente en que vivió contribuyeron a ello. Son exactos los pormenores cronológicos y topológicos. En la primera parte destacan el material abundante en datos sobre la primitiva feligresía y noticias tan importantes como la primera Acta de Martirio del diácono Esteban. Son también notables sus aportaciones a la historia de la cultura y de la religión, confirmadas por las noticias que poseemos procedentes de fuentes profanas. Además de las fuentes personales de San Lucas como testigo ocular de cuanto vio, pueden citarse los datos recogidos en lugares recorridos por él en compañía de San Pablo o de otros fieles cristianos como Silas, Timoteo y otros. Fuentes directas pudo hallarlas, también gracias a las relaciones estrechas mantenidas con Santiago y los presbíteros, con el diácono Felipe y con Marco etc. Los “Hechos de los Apóstoles” fueron redactados en griego. Nos han sido trasmitidos en dos versiones. Una más corta, oriental, y otra más extensa, occidental. Esta última es la que se propagó por toda la Iglesia. La tesis que sostenía que ambas versiones eran de Lucas, basándose la extensa en el primer escrito divulgado en Roma y la más corta basada en el ejemplar enviado por el autor a Teófilo en Antioquia ha sido rechazada por la mayoría de los expertos. El llamado texto occidental parece que fue hecho a principios del siglo II por un individuo de buena instrucción, que amplió ligeramente y pulió el texto original aprovechando algunas tradiciones históricas. Ropes cree que tal individuo, versado en la lengua hebrea, tuvo su sede en el Este, tal vez en Siria o en la propia Palestina. Intentó solamente mejorar un poco el texto existente pero de ninguna manera reconstruir la versión primera. Los principales manuscritos de los Hechos de los Apóstoles son: el “Codex Sinaiticus” y el “Codex Vaticanus” (Roma); el “Codex Alexandrinus” (Museo británico); el “Codex Bezoe” (Cambridge); el “Codex Landianus” (Oxford), y el “Codex Palimpsestus Porfirianus” del siglo IX.

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