PANCARTA
Antitrujillismo de factura y de fractura
Ignoro los nombres de los hijos de Jorge Martínez Lavandier, quien luego de largas décadas en la administración pública murió sin un chele. Pero los hijos de ese digno dominicano heredan el mejor legado: el decoro de su padre, una montaña humana que nunca se dejó corromper por los corruptores.
En la propia administración pública sobreviven muchos Martínez Lavandier, “incorruptibles hasta la pared de enfrente”.
En nuestros yacimientos morales, hay muchos ex presos políticos que llevan en su pecho interno la prenda de la satisfacción porque nunca pasaron factura.
De muchos fallecidos se leen notas biográfi cas en las que parientes o terceros apuntan el detalle de que nunca pasaron facturas por sus momentos de sacrifi cio o de lucha por una patria mejor.
Una convicción la externó Gianna Echavarría al hablar de su padre Rubén y de su tío Vinicio. Ninguno pasó factura.
Dentro de las repercusiones del trujillato o del postrujillismo, no sorprende que salga a flote el punto del trujillismo de factura y el trujillismo de fractura.
Mi amigo fallecido Pichi Mella recordaba que estando en cárcel La 40 hubo presos que no fueron afectados ni con una mueca.
Pero que luego supo que lograron fortunas a cambio de pasar factura por su tránsito ileso por la prisión.
Cuando el tema se toca en un hogar o peña, alguien irrumpe y dice: “Conozco varios casos”.
Al de factura se suma el trujillismo de fractura.
Este tiene muchas expresiones en la vida pública y en una gama de instituciones.
Se conoce de ciertos ciudadanos de pasado ejemplar involucrarse en la ruptura violenta del orden constitucional.
Otros predican una cosa y practican otra.
Mucha retórica de espuma por la constitucionalidad, mientras se involucran en aventuras que los incriminan, sin pensar en el rastro que dejan a su paso.
Aunque se actúe con cualquier disfraz, el antitrujillismo de fractura signifi ca reivindicar a Trujillo o al Triunvirato golpista con su precedente de tramarse en reuniones de aposento, siempre con el fantasma del facto, mañana tarde y noche. No son dos ni tres los animados por un trujillito intangible y con disimulo.
De todos modos, hace rato que le pasó su “cuarto de hora” al trujillismo de factura como al de fractura.