ORLANDO DICE

Conveniencias de Hipólito y Danilo en la campaña electoral 2012

LOS ATAQUESSi el almacén de ataques a la anterior gestión de gobierno de Hipólito Mejía, se agotó con el uso dado en las elecciones del 2004 y 2008, primero contra el propio Mejía y después contra Miguel Vargas ¿con qué va a enfrentarse su candidatura del 2012? Decía que el caso de Quirino Paulino Castillo se secó y da menos aceite que un ladrillo. El de Baninter por igual. Incluso, a un candidato más prudente y contenido como lo es ahora, no se le puede reconvenir por su antigua ligereza o su conocido choteo, pues se asume, y hay que asumirlo en consecuencia, con mayor seriedad. Es decir, que el trance no es fácil. Hay que descontar distancia, hay que hacerlo bajar puntos, pero no se alcanzan a ver los medios ni se intuyen los instrumentos. Habrá que esperar que haga las primeras movidas en el ámbito de las propuestas, para someterlas a un riguroso examen y descalificarlas sobre la marcha. Dio algunas notaciones en el discurso de proclamación, pero no suficientes para formarse una idea cabal. Además, no podía guiarse por presunción, sino realidad. ¿Será finalmente Danilo Medina su oponente?... LA FÁBULAEsta dificultad, si en verdad existe, da lugar a curiosidad. Durante la campaña interna, sus adversarios intentaron echarlo a un lado con una fábula que no pegó por imposible: que era el candidato preferido del gobierno, y que lo era porque lo consideraba frágil y con una defensa débil. Incluso, ese invento, ante la realidad de su triunfo, fue complementado con una perversidad: que se impuso con votos peledeístas. Ahora se observa en encuestas independientes y posteriores a la consulta y sus resultados, y por el auge del propio partido que lo postula, que la acusación era infundada, y que, por el contrario, su candidatura es un hueso duro de roer. Si lo fue entre los suyos, adentro ¿por qué no en un escenario mayor, afuera? La competencia interna, al sentirse desbordada, quiso usar medios inadecuados, incluso de manera muy sutil y disimulada, recordando sus viejas salidas, los cuentos de antaño. Sin embargo, no lograron su cometido. La gente no rió como antes, y ese esfuerzo fue contraproducente. Al hacerlo víctima, terminaron de coronarlo... IGUALITOLa candidatura de Danilo Medina podría estar en una situación parecida a la de Hipólito Mejía, en cuanto que no se le puede descalificar con las dos últimas administraciones de Leonel Fernández y el PLD. A Mejía y al PRD les sería fácil tomar ese embarcadero, creyendo que Fernández y Medina son socios de mar, y que el agujero que provoca una barca al hundirse, hala a la otra hacia iguales profundidades. Sin embargo, podrían equivocarse de pesca. Medina tiene cinco años fuera del gobierno, y aunque no fue un crítico despiadado, como un opositor cualquiera, esa distancia lo pone a salvo de responsabilidad. Es más, se le puede ver como víctima, y no solo por lo que pasó en el 2007, sino también lo de ahora, 2011, cuando los oficialistas se la ponen difícil, a pesar de que no tienen un candidato con suficiente contundencia para enfrentarlo. Medina es persistencia, no hay duda, pero le aprovecha esa circunstancia de agotamiento. De falta de rival. En el grupo del presidente no hubo lo que si en el PLD con Medina: una pieza de recambio... LA SUERTEHipólito Mejía y Danilo Medina podrían caer en una suerte de compromiso y conveniencia de no tirarse cajas ni cajones en relación a las últimas administraciones del PRD y del PLD, en el entendido de que contra una las armas serían fútiles y al otro no se le podrían cargar culpas ajenas. De seguro que eso no ocurrirá, pero sería lo lógico, lo oportuno, lo bueno. Esa situación sería novedosa y elegante, pues uno y otro tendrían que afanarse en campañas positivas. No de fallas, faltas y defectos de gestiones pasadas, sino en las potenciales y posibles virtudes de los programas que se ofrecen al electorado. Medina sacaría ventaja en esa línea, puesto que muchas de las iniciativas que promueve son propias. Y es más elaborado en la disertación, puesto que lleva años haciendo la tarea y conoce la materia. Con decir que es su propio asesor. Ahora, eso sería si el presidente Fernández no se involucra en la campaña. De hacerlo, este panorama cambiaría, pues no se ocuparía de posicionar el candidato, sino defender su obra de gobierno. La que Medina, si en verdad la continúa, no tiene porque cruzar espadas a su favor...

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