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Partidos aliados al PLD en difícil situación sin la tutela de Leonel

Los aliadosLos partidos aliados del PLD, en vez de buscar maneras de recomponerse, de hacer su propio camino y volver al mercado electoral en mejores condiciones, se empobrecen al máximo al cantarse sus miserias. ¿Qué importa su lealtad a Leonel Fernández si éste no será candidato? Tiempo hubo para querellarse y no lo hicieron, a pesar de los desplantes conocidos. La vida política es igual a la vida natural. Si uno se comporta como perro, no puede después quejarse de que lo traten como perro. Es más, dio hasta pena oírlos pedir las sobras de quienes suponen abandonan la mesa. Incluso, sacaliñando que fueran mejor servidos. Si los reformistas se van, lo justo es que sus posiciones sean ocupadas por peledeístas. El presidente Fernández, en ese afán por ampliar y consolidar su liderazgo, abusó de su propia gente. Sean cuales hayan sido los aportes de los aliados, nunca pudieron superar a los peledeístas. La moña del siete u ocho por ciento fue crucial para ganar o en primera o segunda vuelta, pero primero hubo que colocarse en la silla que ameritaba la corona... El vaqueroRamón Rogelio Genao anda como el vaquero borracho en el bar, buscando a quién disparar y a veces baleándose a sí mismo. El ataque (que ni réplica ni respuesta) a los aliados del PLD no fue oportuno ni coherente con sus actuales propósitos de fundar una tercera fuerza. Ellos se estaban quejando del gobierno o del presidente Fernández, y si tenían razón o no, ese era su problema. ¿Qué mencionaron a los reformistas y protestaron la discriminación? Ese era su derecho. ¿Con cuáles partidos podría formarse el pretendido polo? ¡Oh, con los que están acostumbrados a alquilar su fuerza de trabajo! Entonces, si en vez de buscarles el lado, se les afrenta, no puede esperarse acercamiento y mucho menos que se sumen al nuevo colectivo. Con errores tácticos tan infantiles, difícilmente pueda esa estrategia alcanzar el éxito. Lo correcto era solidarizarse con su resabio y hacerles ver las posibilidades del espacio de concertación emergente. La frustración de ocho años con el PLD era el terreno más fértil para sembrar la sugerente causa. Era para entregarse en bandeja de plata... DependenciaLos aliados más pequeños del PLD son víctimas ahora de lo que podría llamarse colonialismo político. Se acostumbraron tanto a Leonel Fernández como líder, que no se dieron cuenta de que era ajeno, y que un día iba a volver a su conglomerado originario. ¿Cómo pensar en ellos si fue dejado de lado en su propia organización? Hubo aliados que no esperaron su decisión respecto a la reelección, como el caso de Pelegrín Castillo y la parte institucional de la Fuerza Nacional Progresista, que empezaron a arar con las manos a falta de bueyes o tractores. Los propios reformistas que tienen meses amenazando, y que de cinco pasos que hay que dar, solo han avanzado uno. Aunque lo importante es que están en el camino. Incluso, Max Puig y su Alianza por la Democracia. Si la APD se atreve, con los riesgos y las implicaciones, la cuestión es decidirse sin pensarlo mucho. Esto es, que ha habido una parte del Bloque Progresista que no se ha quedado en expectativas. Que no espera que se produzca el hundimiento del Titanic, sino que desde que alcanzó a ver el iceberg se preparó para el trasbordo... PerezaOcho años en la sombra sin dar un verdadero golpe político hizo de los aliados un bloque de perezosos que ahora no saben qué hacer. ¿Dónde o con quién buscar trabajo? Lo cual no es fácil, pues lo quieren botella y bien remunerado. Ya se quejaron, se desahogaron ¿y ahora qué? No son cuentas del rosario de Leonel Fernández. Si quieren seguir rezando, tienen que ir a otro templo y buscar de patrón a otro santo. Lo que no es tan difícil, pues todos esos desprendimientos se hicieron contando con los demás. El siete u ocho por ciento que representan es una verdadera ventaja, demostrado en las urnas, pero por separado es un problema que no resuelve nada. Además, queda lo del candidato. Después de tanto tiempo fuera de un escenario propio, nadie puede esperar que convoquen igual que en los viejos tiempos. No es lo mismo votar por un candidato suyo que hacerlo para disimular el apoyo a uno ajeno cuyo partido se objeta. Incluso, correr solo confiando en un posicionamiento que lo haga atractivo para la segunda vuelta, es una aventura con más riesgos que fortuna...

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