CON MIS OJOS
Desprecio para los ‘incómodos’
Colocarse de frente, en un momento “inoportuno” para el afectado, es un derecho ciudadano. Esta semana lo hizo un puñado de personas que, de no haber sido por el intento de coartar su libertad de expresión, habrían pasado desapercibidas. Fueron con sombrillas amarillas y salieron con bastante publicidad gratuita para un movimiento que tiene desconcertado al poder, que no entiende cómo desarticularlo. El statu quo dominicano ha perdido la costumbre de enfrentar contradicciones, de que sus decisiones sean cuestionadas o al menos dificultadas. Tomemos lo más evidente: los partidos políticos. El gobierno del PLD hace rato que no ejercita el músculo del debate: llevaba -al menos hasta hace muy poco- dos temporadas de “oposición” genuflexa, de aceptación de todas sus propuestas ante el Congreso (al punto de llegar a confesiones de que se han sancionado leyes sin haberlas leído) y de una justicia, por no usar un término más “incómodo”, alineada con sus objetivos. El sector privado, el otro gran poder de hecho, no sabe hace mucho lo que es una protesta de los trabajadores, un “párate-ahí y deja el abuso”. Apenas recientemente estamos retomando esa vieja y necesaria (aunque demasiado frecuentemente mal vista) costumbre de incomodar, de poner en jaque a quienes mandan, de retar a nuestros mal llamados representantes a que hagan su trabajo. Por eso “molesta” tanto la gente del 4%. Porque se meten “hasta en la Feria del Libro” e “importunan” a la distinguida Santa Sede (cuya religión nace, precisamente, del más “incómodo” de los personajes de la historia, un antiestablecimiento radical). Por eso “cae mal” gente como Altagracia Paulino que pone piedras en los zapatos de quienes irrespetan a la ciudadanía. Ojalá y nos llenemos de gente “antipática”, “pesada”, “necia”, que exija lo que nos toca a quienes creen que este país es suyo.