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Elección pública y el ciclo económico

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Haivanjoe NG CortiñasSanto Domingo

De nuevo los dominicanos todos nos acercamos a elegir a nuestro nuevo presidente quien dirigirá los destinos del país durante los próximos cuatro años. Este mayo del 2011 nos encontramos justo a un año de las elecciones nacionales. Probablemente algunos o muchos considerarán al presente artículo como extemporáneo, yo no lo creo, ya todos los dominicanos por iniciativa de los propios aspirantes a la presidencia han puesto en la agenda de cada uno de nosotros la decisión colectiva que ha de venir. Como en cada elección general estamos frente a una decisión trascendente, y como tal la misma debe ser considerada con tiempo y sin pasión del ruido político del momento. A mi juicio ese ejercicio debería comenzar con la pregunta, qué implicaciones para la sociedad tendría elegir al próximo presidente de todos los dominicanos. Para una parte importante de la sociedad una elección presidencial es principalmente un ejercicio democrático y que sus resultados son la expresión de la voluntad popular. Pero la formación de esa voluntad no siempre está acompañada con información de calidad, misma que los proveedores de información y hacedores de consciencia deben asistir a los concurrentes del mercado, los electores, para que estos tomen sus decisiones con la calidad necesaria, especialmente por tratarse de decisiones colectivas con consecuencias de elección pública. Precisamente la decisión colectiva a la que nos referimos es a la de elegir entre Hipólito Mejía y el candidato del PLD; más hoy cuando ya está demostrado que ese tipo de decisiones como la de votar por un candidato, se vinculan grandemente a la elección pública y éstas a su vez a las implementaciones que se toman desde el poder mismo, con el agravante que las mismas están marcadas con el sello personal del Presidente de la República, en la que se hace dificil separarla del Estado como institución . Es como si el Estado fuera yo, parafraseando aquella frase inmortal, el Estado soy yo. Actualmente en la República Dominicana, independientemente de otras valoraciones, se reconoce al Presidente Leonel Fernández como un demócrata que ha sabido no sólo respetar las libertades públicas, sino que ha propiciado que sean los agentes económicos como actores principales del sistema a que actúen conforme a su racionalidad, lo cual ha permitido de igual forma que la economía en su primera fase se desarrolle con estabilidad, en crecimiento y adecuado clima de confianza. Ahora la tarea pendiente es lograr que el crecimiento económico se pueda humanizar en una mayor dimensión. De cara a las elecciones del 2012, la no participación del Presidente Fernández podría implicar un cambio profundo en el ciclo económico partidista en el país, si los dominicanos en su gran mayoría, por falta de información, toman una decisión que atente en forma irracional contra su propio bienestar colectivo, haciendo que el ciclo económico partidista decline una vez más y llegue a niveles que nos haga más pobre, tal y como ocurrió en el 2000, cuando el país vio y padeció un cambio negativo en la trayectoria del ritmo de crecimiento económico y social. Precisamente la primera manifestación del cambio en el 2000 fue cuando pasamos de un modelo de confianza a uno de desconfianza, mismo que llevo a los empresarios a no poder realizar sus planes de negocio conforme a lo programado; así como la ejecución de sus presupuestos, por la volatilidad en el tipo de cambio y la tasa de interés, y la segunda manifestación se produjo cuando los consumidores vieron afectar sensiblemente el poder adquisitivo de sus ingresos, por aquello de las altas tasa de inflación. De nuevo dentro de un año tendremos elecciones presidenciales y también de nuevo los electores estaremos frente a la alternativa de elegir entre el modelo de desconfianza como motor de la inestabilidad económica y el de continuación de la confianza como vehículo del crecimiento económico con estabilidad, dicho de otra forma, se presenta la disyuntiva de preservar a la confianza como bien público o que regrese la desconfianza como generadora de su destrucción. En el caso dominicano la práctica ha demostrado que las decisiones colectivas que se han tomado desde los gobiernos del PLD VS los del PRD, han estado movidas mayoritariamente por la utilidad pública; en contraposición a las del PRD que ha sido de destrucción pública, razón por la cual hay sobrados fundamentos como para pensar que entre Hipólito y el candidato del PLD, el de éste último, garantiza la tranquilidad que el país sigue necesitando en las decisiones públicas, en aras de preservar la confianza como bien público VS la desconfianza de Hipólito como bien privado. El autor es economista

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