EL ROEDOR
Bosch, Pina Acevedo y Euclides.-
Acabamos de celebrar nuestra gesta histórica más importante del siglo XX: la Revolución de Abril, y los medios, como siempre, se llenaron de testimonios. Como todavía somos la sociedad pequeño-burguesa de ese tiempo: abundan los chismosos y aguajeros, como dijera “mi caudillo” Juan Bosch, pues hoy resulta que esa gesta la preparó y dirigió todo el mundo, menos los que planearon la revolución y la dirigieron: su jefe político, Juan Bosch, y su jefe militar, el Coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez (sustituido luego por Caamaño). En una carta dirigida por Bosch desde Puerto Rico en mayo 27 del 1964 (11 meses antes del 24 de Abril del 1965), al Dr. Ramón Pina Acevedo, que estaba en Caracas, Venezuela (“Orígenes históricos y fundación del PLD”, Euclides Gutiérrez Félix, pags. 167-170), le decía que “las realizaciones políticas” sólo son posibles cuando se tiene “…un líder principal, líderes secundarios y un pueblo; esto es, todo un cuerpo político adecuado para una acción determinada, digamos elecciones. ¿Servirá ese mismo cuerpo para una subversión revolucionaria? Tenemos el caso del PRD: un partido para ganar unas elecciones, pero es casi imposible que dé la medida en otro tipo de acción”. Bosch reafirmó: “Nosotros presentaríamos al mundo un ejemplo excepcional si tuviéramos una organización política superior a nuestro medio. Y en términos de organización, nuestro medio puede ser descrito, a grosso modo, así: masas populares inteligentes pero incapaces todavía de acción –es decir, de convertir en hechos sus ideas–, tal vez por efectos del largo terror que han sufrido la mediana y pequeña clase media, casi totalmente corrompidas, sin ideales, sin patriotismo, sin coraje, listas a recibir cualquier beneficio sin tomar en cuenta la moral pública y en la mayoría de los casos, ni la privada, y, desde luego sin luchar para lograr esos beneficios (de este sector debe exceptuarse la juventud consciente, que es muy minoritaria en relación con la juventud total del país), y una alta clase media que es enemiga del pueblo”. Alegaba Bosch que esas clases medias y las masas, debido a una campaña feroz, apenas en 7 meses creyeron que su gobierno era un antro de maldad. “El pueblo se dejó quitar su régimen de derecho sin lucha; y ahora está luchando un sector del pueblo (los barrios más pobres y los estudiantes), pero a causa de que los golpistas lo han hecho muy mal, no porque tengan conciencia verdadera de que le quitaron el gobierno que él se dio. Si los golpistas hubieran proporcionado trabajo y bienestar económico, estarían apoyados por la totalidad del país aunque se mantuvieran deportando y encarcelando”. 2.- Bosch: ¿quién tiene el poder? “Es triste tener que ver las cosas como ellas son y no como uno quisiera que fueran”, continúa don Juan. “El problema dominicano no es para ser resuelto por un líder: es un problema del pueblo; y mientras el pueblo no crezca hasta donde debe crecer, no habrá papel ni lugar para el líder capaz de dirigirlo. El líder que quiera hacer allí lo que el pueblo no puede respaldar; tendrá el final trágico de Tavárez Justo. Su muerte será útil dentro de 25 años; pero ahora no (Don Américo Lugo afirmó que el líder que disponga a gobernar un pueblo sin conciencia, se convertirá en déspota aunque no lo desee, a.u.) “Nuestro país –subraya– está en la etapa de la fuerza, no en la de la educación política. El único poder real en Sto. Dgo. es el militar; y si en las filas castrenses no se rompe el equilibrio, tendremos dictadura por mucho tiempo”. 3.- Don Juan: certero.- Bosch explica a seguidas que “el líder de este momento nacional no puede ser un dirigente político, sino el Coronel que pueda lanzar soldados a la lucha”. Y remacha que entre la “orden” de un líder y el sonido un máuser, “el último tiene más poder”. Más adelante dice: “Por eso desde el primer día de mi exilio les expliqué a los compañeros que la única manera de restituir la constitucionalidad era a través de los soldados –los contados soldados capaces de luchar por un régimen de derecho– pero no todo el mundo ve con claridad los fenómenos políticos y en nuestro país hubo gente que creyó que allí podría hacerse una revolución armada. Fue una ilusión que dejó un saldo de sangre bien lamentable (se refiere al alzamiento de Las Manaclas, a.u.). “La lucha dominicana ha llegado ahora –continúa– al punto en que se aclaran los objetivos. Una vieja casta sin poder efectivo ha tornado el poder para darse a sí misma sustancia económica repartiéndose la herencia de Trujillo. En buena lógica, esa casta debe retener el poder el tiempo necesario para lograr lo que se ha propuesto. El pueblo no tiene recursos de ningún tipo para impedirlo. Si un líder lanzara al pueblo a la lucha para que esa casta fuera derrotada, se encontraría en el caso del chofer que no puede manejar un auto porque carece de batería, de carburador y hasta de ruedas. La única posibilidad que tenemos por delante sería ‘un milagro histórico’: que un sector militar lo impidiera. Pero ya lo digo: sería un ‘milagro histórico’, algo que no está en la lógica de los acontecimientos” (fíjense la agudeza de don Juan, el líder, que esto lo dice eufemísticamente 11 meses antes del 24 de abril, cuando en realidad ya él y Fernández Domínguez, según la documentación histórica, trabajaban en esa posibilidad, a.u.). Bosch cierra: “Cuando supe que usted me había estado buscando, salí yo a buscarlo (a Pina Acevedo, a.u.) y ya era tarde: usted se había ido a Venezuela. Sentí no verlo. Me hubiera gustado hablar con usted sobre estos problemas en vez de tratarlos por carta”. P.D: Quienes sometan a Euclides G. F. a la Justicia; familiares y consocios, deberán tener techo de cristal ¡El reto está echado!