Cruzada moral
Con mucha frecuencia se atribuye a la crisis de valores muchos crímenes horrendos, el desorden que prevalece en las calles y el perturbador irrespeto con que se conducen desde profesionales hasta jóvenes y adultos en cualquier acto que demanda una dosis mínima de prudencia. El escabroso camino que transita la nación dominicana hace necesario una urgente cruzada como la que acaba de convocar el Papa Benedicto XVI contra el egoísmo, que situó en la raíz de todo pecado. Del egoísmo derivan acciones que conducen a los seres humanos por los senderos de la inmoralidad, la codicia y la idolatría. Cristianos y no cristianos deben abrevar en el mensaje del obispo de Roma para unirse en una cruzada contra los sentimientos que destruyen a los seres humanos e impulsar, en cambio, la solidaridad, la bondad y el respeto por la dignidad de cada ser como virtudes del hombre. Los dominicanos atraviesan un período de incertidumbre ante la inseguridad y la falta de esperanza frente a un mañana más prometedor. La demagogia, la mentira, la corrupción y las violaciones a las leyes se han convertido como prácticas avasalladoras y degradantes en la sociedad. El país se ha puesto, desgraciadamente, que nadie cree en nadie y en que los intereses materiales se han impuesto sobre los morales y espirituales. Por eso, como planteó Su Santidad, hay que erradicar la impureza, la inmoralidad, las pasiones, los malos deseos, la codicia y la idolatría si queremos construir una sociedad más digna y sana. Pienso que se tiene que romper con el círculo vicioso en torno al cual gira la sociedad dominicana. Ahora que entramos en otro proceso electoral, sería saludable que cada dominicano reflexione sobre sus reales aspiraciones, sin dejarse manipular ni ceder a las tentaciones materiales, que no debe confundir con el derecho a la vida. El mensaje del Papa no podía ser más oportuno para una población como la dominicana, necesitada de una orientación tan sabia y desinteresada. Es por eso que el Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD) lo saluda, apoya y acoge con beneplácito.