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Al Qaeda, ¿religión o ideología?

La muerte del líder extremista de Al Qaeda, Osama bin Laden, es tema de debate y reflexión por la influencia que el saudí ejerció desde el Oriente, provocando un cambio drástico en el sistema de libertades públicas, fomentado por la cultura occidental hegemónica de Norteamérica. La seguridad ciudadana quedó a merced de una práctica de fanatismo religioso, desvirtuada por una ideología de terror extremo para conseguir metas y cambios sociales y políticos, para un nuevo orden público. Debemos diferenciar lo que en su esencia busca la religión, aunada en un fin común de paz y amor. Por tal motivo, los musulmanes no están representados en este accionar guerrero que contamina la oración con la violencia. Hay que diferenciar la expresión de un pueblo árabe comprometido en su filosofía religiosa, con los cambios sociales en base a la limpieza del espíritu, en la fe y devoción hacia el ser supremo forjador de valores, de fraternidad y justicia entre los hombres. De ahí la expresión del presidente Obama cuando señala que la guerra no es contra el Islam, sino contra un asesino en masa, como es calificado. Una exclamación surge de seguidores del Islam, que entienden que muerto Bin Laden, los norteamericanos deben abandonar su territorio por asunto de soberanía de estado. Eso crea la reflexión en el factor de intereses económicos que gravitan en las relaciones diplomáticas entre estas dos culturas. Bin Laden por la expresión de hegemonía norteamericana y sus preceptos religiosos, creó una ideología de enfrentamiento al imperio, poniendo a disposición de esa ideología los recursos de una familia acaudalada a la cual pertenecía. Tras su muerte, está la preocupación mundial de si prevalecerá el respeto a la soberanía de los pueblos, sin interferir en los derechos de los mismos. La ideología y la religión se parecen en un modo de actuar, la diferencia es que la religión persigue un comportamiento para alcanzar la pureza en Dios, mientras la ideología persigue alcanzar el deseo en base a metas para llegar a un objetivo. Lo importante es vivir apegados a preceptos que defiendan los derechos universales, para así independientemente de la religión o la ideología, respetar la autodeterminación de los pueblos y los derechos humanos.

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