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Hipólito y sus desafortunadas declaraciones

Para sorpresa de muchos, Hipólito Mejía no sólo resucitó políticamente hasta alzarse con la candidatura presidencial perredeísta, sino que en buena parte de ese proceso había mantenido una actitud y un discurso moderado y prudente, alejado del perfil chabacano y a veces soez que caracteriza su personalidad y accionar político. Pero eso era “el candidato”, y la pasada semana “el candidato” ya no pudo más con Hipólito. Y entonces ofreció sus desafortunadas declaraciones sobre el tema de la corrupción. Desafortunadas, no por el tema en sí, sensible en una sociedad donde la gente percibe como elevados los niveles de corrupción administrativa, sino porque además en la actual coyuntura electoral ñcon un gobierno peledeísta sujeto de varios escándalos y denunciasñ ese tema, tratado con la altura necesaria, pudiera resultar determinante en la contienda electoral del próximo año. Como puede que tampoco lo sea por el fondo del planteamiento, ya que quién no quisiera ver presos a aquellos que distraen fondos públicos para su beneficio. ¡Pero, caramba! Es la forma. Y es que Hipólito no sólo incurrió en uno de sus usuales gestos autoritarios cuando amenazó con “trancar” a los corruptos peledeístas. Ya que, si no se lo han dicho, en República Dominicana existe una Constitución y un compendio de leyes que garantizan el estado de derecho, y que impiden a un presidente truculento hacer uso y abuso de su poder, para privar de la libertad a un ciudadano. Ya fueron superados los tiempos en que un Jefe de Estado podía “mandar a trancar” a un ciudadano a discreción, o como hizo el mismo Hipólito, porque le dijeran “una mentira” en un Consejo de Gobierno, o por hacer un sondeo radial en el que le ganó Satanás. Son los jueces quienes, por sentencia o dictando medidas de coerción, pueden poner tras las rejas a un ciudadano. Por otro lado, si la política anticorrupción que propone el PRD implica que los perseguidos serán sólo aquellos que no sean “canchanchanes” de Hipólito, entonces si es verdad que la cosa se pone buena. Porque si no perseguiría a sus amigos del PLD ñcomo respondió ante una pregunta sobre Euclides Gutiérrezñ que sería entonces con sus amigos y estrechos colaboradores de un posible gobierno suyo. Sus “canchanchanes” del gobierno tendrían desde ahora patente para desfalcar los dineros del Estado, pues su presidente ya les dijo que no los trancaría. Una posición que no sólo refleja la chabacanería con que este señor trata temas tan sensibles, sino que además, deja claramente demostrado que se trata de la misma persona, el mismo Hipólito ligero e imprudente, que desgobernó este país del 2000 al 2004. Y por último, denota una falta de tacto político que debe tener a sus asesores jalándose los cabellos. Y es que de forma torpe Hipólito prácticamente estaría condicionando la unidad monolítica de su adversario. Porque amenazar desde ahora con “trancar” a Félix Bautista, acusándolo de “llevarse lo ajeno”, envía un mensaje claro al presidente Fernández: en un gobierno de Mejía, él y su gente serían desconsiderados. Porque si alguien no lo sabía, el senador por San Juan es el más cercano colaborador político y personal que tiene el líder del PLD. Y atacar a Félix, es atacar directamente a Leonel. Y si algunos hacían un mal cálculo, pensando que Fernández no apoyaría al candidato que presente su partido en las próximas elecciones, ya no tienen siquiera espacio para plantear ese desatino. Sea el que sea el candidato peledeísta, contará con todo el apoyo de ese partido, y con la absoluta colaboración del presidente Fernández, quien estará, ahora más que nunca, obligado a luchar como el que más para entregarle la banda presidencial a un compañero de partido. Porque de ser a Hipólito, ya sabe lo que le espera. Y miren queÖ viéndolo en esa perspectiva, las declaraciones de Hipólito más bien han hecho un gran servicio al PLD y al país. Al oficialismo le advierte de razones para mantener su unidad interna. Pero sobre todo nos recuerda que aunque intentando vestirse de otro ropaje, lo que se nos ofrece es exactamente lo mismo que hace muy poquito, profundizó la pobreza y nos hundió en la más absoluta desesperanza.

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