MI POSICIÓN
Sin derechos para el trabajador
En esta semana que recién se inicia, semana conmemorativa del Día Internacional del Trabajador que más bien podría considerarse en ser llamada como el “día internacional sin derechos para los trabajadores”; los explotados y excluidos trabajadores sociales de todo el mundo –incluidos los nuestros– suelen no poder disfrutar en lo absoluto como es que se festeja su día que le asigna el calendario el 1ro. de mayo de cada año. Como toda una costumbre, en nuestro país ese día podemos ver cómo los trabajadores dominicanos en sentido general que lo han dado todo por su trabajo y en defensa de su empresa y de su patrono no reciben lo que merecen, siempre con orgullo y sin importarles las humillaciones que a diario suelen hacérseles, ni de los acosos sexuales de que son víctimas nuestras mujeres en los centros de trabajo, ni de los bajos y miserables salarios que perciben, ni las condiciones infrahumanas que tienen que soportar para poder hacer su trabajo con responsabilidad. Todo esto sin derechos para el trabajador. Y lo más lamentable entre las atrocidades que existen en contra de nuestros asalariados trabajadores públicos y privados, es el hecho de no poder quejarse ni el derecho a protestar cuando se les roba el dinero descontado para su seguridad social, y peor aún para aquellos y sus familiares que reclamen o se quejen cuando no pueden ser atendidos en las clínicas y hospitales ni en las farmacias cuando van en busca de un medicamento, tan sólo por la falta de pago por parte de los patronos que se roban el dinero que ya ha sido descontado del miserable salario que reciben para su seguro médico. Un ejemplo de esto lo constituye el desfalco y la corrupción sin culpables en el seguro de los maestros, el Semma, que perjudica a los educadores y a sus familias, y de paso a toda la sociedad. Resulta totalmente inaceptable y difícil tratar de entender cómo, sin derechos para el trabajador, se puede tener una sociedad justa y equitativa. El primero de mayo de este año encuentra a patrones y trabajadores enfrascados en un aumento salarial, que lejos de ser justo y por ley, se convierte en una pieza musical de espanto y brinco para el sector empresarial, un desprecio total y denigrante por parte de quienes al final se suelen quedar siempre con el santo y la limosna de nuestros trabajadores.
