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El mundo como una inmensa biblioteca

Aunque quisiera, no puedo concebir el mundo sólo como una enorme biblioteca. La biblioteca es parte de mi mundo. Múltiples urgencias cotidianas cruzan por mi visión, pero ésta siempre permanece cercana a mis sueños de tener en un solo lugar todos mis libros. Sé que ahora con los extraordinarios avances podría ocupar un espacio mucho más reducido. Pero en realidad amo tocar los libros y acariciar sus letras. Me asombro cada día ante títulos que releo: El intercambio simbólico y la muerte de Jean Baudrillard, “Lo poético es la insurrección del lenguaje contra sus propias leyes”. Otro encuentro en el borde de la parte posterior de mi anaquel número dos, me conduce a Gerardo Diego y su Antología poética. Mujer de ausencia: Mujer de ausencia, / escultura de música en el tiempo. / Cuando modelo el busto / faltan los pies y el rostro se deshizo. / Ni el retrato me fija con su química / el momento justo. / Es un silencio muerto / en la infinita melodía. / Mujer de ausencia, estatua / de sal que se disuelve, y la tortura / de forma sin materia. Leo estos otros libros mientras trato de descubrir la esencia del lenguaje como instrumento del pensar, a la vez que como espacio para la estructuración de los niveles artísticos. Ante mí un texto de 702 páginas recomendado hace años por José Rafael Lantigua a través del suplemento Biblioteca titulado La cultura: todo lo que hay que saber de Dietrich Schwanitz, abierto en la sección La divina comedia “Si se quería recordar algo, se recorría imaginariamente el museo de la mano de un guía y se buscaba aquel lugar en el que se encontraba el personaje y la historia ejemplar que se quería citar”. Después de los 18 días de la gran biblioteca que será la XIV Feria Internacional del Libro y las reflexiones de estos textos, trataré de seguir escribiendo poesía y entraré a mi museo de sueños con un nuevo libro “El Abrazo de las Sombras” que dice en uno de sus poemas: Como sería el amor en la edad media / el silencio acogería cada una / de las partes del cuerpo / una campana anunciará / el final del ayuno de la carne. / Estallarán los poros erotizados / por todas las iglesias / y se consumará el amor / cuando coyunten un monasterio y una ermita / millones de campesinos / moverán su cintura / a través de los bosques / bendecidos por tanta solemnidad. / Vivirán los hosannas / en suspiros que competirán con las campanas / y se confundirán en un himno / donde el cuerpo y alma son la misma cosa.

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