ORLANDO DICE...
Viaje de Vargas a Nueva York, el PRD y sus dificultades
El viajeMiguel Vargas fue a Nueva York la semana pasada, y dicen allá, que como si no hubiera ido. Hubo de tratar los problemas que ya conocía, pero no quiso meter las manos en la candela y mucho menos dar solución a los más apremiantes. No fue a eso, es verdad, pero ya que estaba en la Urbe lo más apropiado era que tomara el toro por los cuernos e impusiera un mínimo de orden en el núcleo perredeísta más importante fuera del país. Como había adelantado, ocupó el sábado en reuniones en Long Island, Queens y Brooklyn, pero desde un principio surgieron las dificultades, puesto que estaba previsto que arrancara a las cuatro en LI, y lo hizo a la siete y media, por lo que las siguientes paradas fueron de retraso en retraso. Como las demoras, al igual que las posposiciones, no son raras en el PRD, los compañeros fueron pacientes y esperaron confiados en que llenaría las expectativas. Long Island y Queens fueron afortunadas, ya que pudieron hacer preguntas y recibir respuestas, e incluso tomar confianza e invitarlo a darse “un baño de pueblo”, pasándose un día en la zona… Ocurrencia“…Presidente, hágalo, que no le vamos a cobrar la estadía…”, demandó un orador suelto por la emoción y que fue ahogado por los aplausos de una concurrencia motivada. Miguel Vargas, a quien se le hace difícil distenderse en los ambientes, no le quedó más remedio que contagiarse y reírse a medias de la ocurrencia. En Queens cambió el ánimo, ya que el presidente del partido en esa zona, Bolívar Veras, fue flamígero al denunciar que entre sus acompañantes había promotores del grupismo e inspiradores de discordia. Y como por acto reflejo, todos los presentes miraron hacia Rafael –Fiquito – Vásquez, quien no pudo decir “Tierra, trágame”, pues en el lugar todo era acero y cemento. Con Vásquez hay mucho rencor y florecen las intrigas, ya que tiene en Nueva York una especie de corte que le rinde pleitesía y que él corresponde como gitano, repartiendo cartas de buena suerte. Dicen que quienes no se montan en su carromato, no avanzan, pues Fidel Casilla solo sube a sus favoritos, y los demás deben hacer el camino a pie, con sol y sereno… La convenciónEn Brooklyn Rafael Salazar se decantó por el lado institucional. Dijo que allí no se estaba haciendo nada, puesto que el partido estaba muerto por la abortada convención, y que el presidente debía aprovechar el viaje para hablar con los aspirantes, de manera que depusieran las actitudes de guerra y se completaran los trabajos. Miguel Vargas se dejó ganar por un discurso manido, que repitió y repitió en cada región, de que el PRD realmente avanzó ahora en el 10 y que ganará en el 12, que no era lo que interesaba e importaba a una concurrencia que ya había hecho sus propios cálculos. Aunque hay que reconocer que en Brooklyn fue el único lugar en que se refirió a la convención, calificando de injustificado lo ocurrido, como si se tratara de algo distante y que no le competía de manera directa, como autoridad máxima del partido. Por ejemplo, dijo que los desacuerdos se mantenían, ya que mientras unos dicen que no hay condiciones, otros afirman lo contrario, como la claque que invadió el acto y levantó cartelones pidiendo la convención… El momentoMiguel Vargas admitió en Brooklyn que en la seccional de Nueva York hay muchos problemas, pues ni siquiera hay una dirección. Y muchos lo vieron como Pilatos lavarse las manos al concluir que habrá que analizar la situación y hacer lo que más convenga por el momento. Pero sucede que el momento era cuando hablaba, pues ¿cuándo volverá por La Urbe?, y se sabe que Nueva York es demasiado para los perredeístas. Si los de aquí no se entienden con él a la cabeza, hay que suponerse allá, que no hablan español criollo, sino spanglish…