Narcisazo-Jimmy Sierra: emplazamiento
He leído con interés el artículo que el doctor Jimmy Sierra publicó en el Listín Diario el pasado miércoles 23 de junio, en defensa de Altagracia Ramírez (Tati), la viuda del desaparecido profesor Narciso González (Narcisazo). Este trabajo está lleno de datos nunca dichos. El conocido cineasta Sierra, según tengo entendido, cercano de Narcisazo y en consecuencia de Tati, recuenta detalles relevantes. En su auxilio, a ésta última ante el surgimiento de “algunas especulaciones aviesas” que según afirma se han producido contra ella luego de que el periodista Oscar López Reyes pusiera en circulación la obra “Crímenes contra la prensa. Atentados y censuras en República Dominicana 1844-2007”, en el cual plantea la hipótesis de un suicidio del meritísimo maestro, patriota admirable y hombre de principios acendrados. Sin embargo, el investigador social, judicial o médico debe prestar atención a los siguientes conceptos de Sierra, refiriéndose a su entrañable amigo Narcisazo: - “...sufrió con él los últimos atormentados años de su vida”. - “Ella fue el ángel guardián de aquel dominicano ilustre, especialmente durante los pedregosos últimos años de su vida, cuando él se batía heroicamente contra las enfermedades físicas y morales que le atenaceaban sin piedad”. - “...cuando el mundo se le caía encima. Cuando su situación se hacía insostenible”. - “Fue ella quien sufrió junto a él todas las zancadillas y traiciones que hubo que soportar Narcisazo...”. - “A este testimonio deben sumarse los demás amigos íntimos de Narcisazo”, a los cuales “les hizo saber de sus cuitas y desventuras”. - “Después, cuando el tiempo pase y el frenesí de las pasiones y el incendio haya cedido paso al remanso del sosiego y la serenidad, toda la verdad habrá de resplandecer”. Conviene repetir ahora que “para buen entendedor, pocas palabras bastan”. Independientemente de ese dicho popular, Sierra y los allegados estrechos de Narcisazo están en el deber, como buenos ciudadanos que son, de ofrecer detalles en torno a las razones y circunstancias de la desaparición del meritorio profesor de la UASD, así como de las zancadillas, traiciones y otros actos decepcionantes que le afectaron en sus días postreros. El después de Sierra, creemos, debe ser hoy, porque mañana puede ser tarde, sobre todo si somos hijos de la muerte. Me parece que no debemos prohijar otra página en blanco. Este es el momento preciso para que Sierra, Salvador Pérez Martínez (El Pera), Bolívar y Américo (no tanto Antonio Lockward, por sus problemas de salud), revelen a los dominicanos todo lo que saben de este triste acontecimiento. El emplazamiento está hecho.