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Solución a la crisis haitiana

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José A. Brache LoraSanto Domingo

La gran mayoría del pueblo dominicano sigue lamentando el terrible terremoto que sacudió Haití el 12 de enero pasado; unos por conveniencia y otros por misericordia. Nuestro gobierno ha sido una mano generosa que ha asistido en auxilio al pueblo haitiano desde el inicio de la tragedia. He leído que el Gobierno dominicano está pensando financiar un programa de reforestación en suelos del vecino país. Me permito recomendar a nuestras autoridades, antes de iniciar un proyecto millonario de esa categoría, hacer los estudios correspondientes ya que en Haití hay muy pocos terrenos baldíos, pues los que aún conservan capacidad para cultivos agrícolas y tienen nutrientes orgánicos para alimentar plantaciones, tal como ocurre en el valle del río Artibonito, están siendo explotados con sembradíos de caña, arroz, plátanos y otros rubros de ciclo corto. A mediados del año 1980 fue invitado a nuestro país un eminente académico chileno que impartía cátedras en diferentes universidades de capitales americanas. Este distinguido profesor era además miembro honorífico de las Naciones Unidas y asesoraba al organismo en materia de foresta, ambiente, cambios climáticos y desarrollo humano. Fue presentado en el Club de Ejecutivos en esta ciudad, donde pronunció una interesante charla. Al terminar sus palabras se le dio la oportunidad al público asistente de formular preguntas. El suscrito le preguntó “¿Qué se puede hacer para reforestar Haití?”. La respuesta fue lacónica: “Nada... echaron la capa vegetal al océano”. La India, donde en oportunidades han tenido períodos de hasta cinco años sin recibir lluvia y la siembra de su principal alimento, el arroz, no se podía cultivar, lo que producía una terrible hambruna para más de quinientos millones de habitantes. Esa situación se produjo por varias ocasiones, mientras su población seguía en aumento. Alguien produjo la idea para mermar el crecimiento humano, no como el derecho de Mao Tse Tung en China, que sólo permite tener un hijo por matrimonio o concubinato. La idea fue iniciar un programa de vasectomía; ese plan arrancó tímidamente con la apertura de dos establecimientos quirúrgicos en una avenida en Bombay. El programa fue un éxito, y los hombres asistían a diario por centenares. Fue necesario ampliar el proyecto y abrir más centros en todo el país. Haití no tiene espacio suficiente dónde desarrollar agricultura que alcance para alimentar su población. Haití arruinó su suelo ante la mirada cómplice de las potencias que usufructuaron su territorio. La aventura de reforestar ese país es difícil por no decir imposible, espero que el Gobierno dominicano no invente en ese sentido. Se están estudiando y planificando diferentes proyectos para iniciar la reconstrucción de Haití. Deberá tomarse muy en cuenta que es un pueblo que depende de la importación de alimentos en un 65%; que sus ríos se agotaron y no hay suficiente agua; y donde el apreciado líquido escasea se dificulta la agricultura y la higiene. Haití tiene una población de 8,000,000 de habitantes, más dos millones que se han pasado a nuestro país y lo triste es que su población sigue creciendo aumentando el problema, la insalubridad y la miseria. Debería considerarse responsablemente, dentro de las soluciones para reconstruir Haití, utilizar la experiencia de la India: vasectomía.

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