EXPRESIONES
La misma historia
El panorama es triste. El lamento es el mismo. La tragedia conmovedora. Pero las escenas son como una película que vemos por segunda, tercera o cuarta ocasión. Derrumbes, inundaciones, viviendas destruitas, cosechas arrasadas, familias con “una mano alante y la otra atras”. Sin nada más que su pena, sus lágrimas y su esperanza. Todos los años los mismos hechos. Sólo cambian, en ocasiones, los protagonistas y los lugares; en otras oportunidades son los mismos que, por una u otra razón, volvieron al lugar o nunca han podido o querido salir de su hábitat, a pesar del peligro. Durante seis meses del año, miles de familias viven, como dice el refrán, “con el creo en la boca”. Es que en ese período se cree pueden morir o por lo menos perder lo que tienen. Sucede en barrios de las ciudades y se repite en la zona rural. Y esas familias siguen ahí, pese al peligro. No tienen alternativa. No cuentan con recursos para irse a un lugar seguro y seco. Quienes pueden ayudar a cambiar ese drama, sólo acuden en medio de la tragedia o en períodos electorales. Sería interesante verlos durante el período de sequía. En los seis meses fuera de la temporada ciclónica, con un verdadero plan, sin demagogia. Políticos de oposición, empresarios, religiosos, funcionarios muestran su lado afable y compasivo cuando llega el derrumbe o la inundación. Eso es exclusivo de todos los gobiernos. Es correcto tender la mano a quien necesita en momento de tragedia, pero sería saludable y más justo, juntar fuerzas y recursos para resolver definitivamente el problema y sacar de esos lugares vulnerables a esas desafortunadas familias. Vemos planes de desarrollo a 20 años, los aplaudimos. Entonces, ¿por qué no presentar “un plancito” a corto plazo para sacar esas familias a lugar seguro, antes que una gran tragedia obligue una solución precipitada? Debe ser ahora, antes de que lleguen las lamentaciones. ¿O es que esos pobres siguen siendo... el gran negocio?