2010-2016 y el juego de centro de Fernández
Mucha gente hace sesudas conjeturas en torno al si irá o no irá la réplica del vuelve y vuelve. Tales devaneos se justifican porque se han emitido “señas” equívoca en torno a si tendremos repostulación o no. Tal incongruencia es parte de un lenguaje político que apuesta a las oportunidades y trata de no enredarse en sus propias trampas. Si en este momento tal lenguaje juega al equívoco, la praxis, por el contrario, está obligada a empujar la fragua de las condiciones favorables para tal oportunidad. Recién votada una constitución “antireelecionista”, dada la gravedad de la crisis, gravitando los signos de las elecciones de medio término, la mínima noción de prudencia políticas obliga a disimular los propósitos verdaderos. Más cuando política y coyuntura estarán signadas por la entrada en vigor esa Constitución que consagra el referéndum y lo “linquea” a uno de los preceptos sagrados y celebrados de toda constitución democrática moderna: la soberanía del pueblo. De él emana la decisión de cambiar cuanto quiera cambiar aunque solo y cuando le sea sometido, respecto a la propia Constitución, incluyendo la no reelección hoy tan celebrada. Decide Si o No ante la convocatoria hecha a motivación de un “quien fuere” que después de las eleccciones del pasado 16 de mayo incluye la nómina aplastante del partido de gobierno en ambas cámaras. Además, un sistema judicial que no es el mismo y un tribunal constitucional que será conformado a la medida, necesidad y urgencia del partido gobernante. Aunque se haga en dos, cuatro o seis años, los aspirantes a presidirlo no se van a “calentar”. Por otra parte, y para echar tal juego a andar, se podría estar apostando a la brutalidad del sistema político y de los políticos nacionales, entrampados en la adoración de la corruptela y en una clara carencia de visión política e incapacidad estratégica. Junto a esta apuesta, el rey se coloca al centro del tablero, más allá y más acá del 2012 y de los poderes absolutos que nuestro caciquismo pone en manos de los ejecutivos presidenciales desde los años coloniales, a pesar de nuestro particular progreso. Ese centro es claramente deducible porque habría que ser un santo –y santo aquí es nadie– para ver tal tablero desde una posición que tiene todas las sartenes por el mango y dejarlo pasar. ¡Ay, Ñeñe! Contrario a lo que puedan pensar algunos, el nivel de la crisis económica a la que el mal gobierno de Fernández ha llevado al país podría darle sus mejores frutos en medio de una decisión de tal naturaleza y una oposición con muchas cabezas decididas a ponerse precio. Previsible también por el comportamiento del oficialismo en los recién finalizados comicios de medio término. Desde el momento que se active la especie del referéndum en el Congreso tendremos la certeza del objetivo. Tendremos que preguntarnos, ¿se impondrán allí los principios y deberes o públicamente se intercambiarán y venderán apoyos, confabulaciones y canonjías? En esa posición de centro ¿quién no jugaría su propia ficha? Tontos fuésemos en pedir algo diferente. Es una jugada esperada, apuntada en el libreto de un plan de obras públicas que, en unos meses, serán utilizadas para intentar crear la ilusión de que vivimos en la más hermosas y paradisíacas de las islas, el más próspero de los tiempos del planeta. Junto a ello, recibiremos las acometidas de unas estadísticas sobre la economía nacional desvestidas de todo pudor técnico y real; que aún con todos los sectores de la producción nacional y del comercio en franca caída, decretan la magia del crecimiento económico. En ese ambiente de pletórica propaganda, veremos estructurarse la jugada centrista, otro aquelarre. Por eso toda acto de hoy lo preserva indemne, lo mantiene como opción primera en el entorno políticoeconómico. Las formalidades derivan de esos procesos constitucionales y la consiguiente modificación “por una vez” de la prohibición reeleccionaria vigente. El segundo paso está ya garantizado con su fuerza congresual y su calidad de Presidente del partido de gobierno pero depende de un entorno mediano o completamente adverso a su posibilidad reeleccionista. En otras palabras: no importa quién del PLD gane la convención interna, en caso de que el clima y el país se lo imposibilite, el presidente Fernández garantiza el retorno para el 2016, sin alteración de su “liderazgo” porque habrán estado doce años al pie de la vaca. Indiferente también es para él –pues de él se trata– cual de los candidatos del PRD gane en el 2012. Más si lo desliga de cuál de ellos podría hacer un mejor gobierno, una mejor defensa de los intereses nacionales y populares. Lo demás es sólo juego para el divertimento público. “Comidilla” para entretener a ignorantes, forma de ganar tiempo. Como vemos, se afina el lápiz de los objetivos políticos desde hoy, 2010, hasta el 2016. Colocado ya en el centro de las opciones y del huracán político, sólo un mazazo de gente y votos podrá derrotarle.