ORLANDO DICE...

En la “mira” de Hipólito y de Hatuey

El caféJohnny Morales había invitado a Hatuey Decamps en más de una ocasión a una comida en la casa que tiene en una de las lomas que rodean a San Cristóbal, para que compartiera en un ambiente relax con Hipólito Mejía, cuya residencia campestre está a unos doscientos metros. Decamps no decía que sí, pero tampoco que no, hasta la última vez que se vieron, en que lo sorprendió con un cambio de actitud: cedió a su manera y puso como condición que fuera un café y en su residencia de la Max Henríquez Ureña. Mejía no tuvo problema, al parecer aplicando el dicho de que si Mahoma no va a la montaña, la montaña va donde Mahoma. Y es bueno ser Mahoma, pero también montaña. Y el ex presidente es un hombre de montaña, sea en El Cerro o en Jarabacoa. Ahora ¿Por qué Decamps mudó de ánimo respecto a Mejía? De seguro que no fue su amistad con Morales. Entre ambos hubo circunstancias que provocaron acercamientos en que lo humano o lo personal fue más importante que lo político. Por ejemplo, el fallecimiento de la madre de Decamps... La florFueron ocasiones de verse, y aunque hubo focos y cámaras, el ambiente no permitió ni las conocidas puyas que han dado justa fama a los dos. Se comportaron con la reverencia a que obligaba un momento que era de verdadero dolor. Aunque también hay que tener en cuenta el gardeo a presión de Mejía o de su gente, que realmente quería acallar ese ruido, que era innecesario y no aprovechaba a nadie. No se sabe, pero Decamps fue invitado al acto de proclamación de Mejía como candidato, y se tuvo la cortesía de que su pase le fuera llevado por César Cedeño, uno de los organizadores, y no por un delivery de casco y motor. Lo bueno es que cuando se hizo la entrega, los dos ñDecamps y Cedeñoñ estallaron en risa, sin que pudieran atinar a razón que no fuera la de reconocerse bellacos. Decamps no fue, pero el gesto le llegó. Mejía es un político insistente, y ( ¿por qué dudarlo? ) conoce los versos de Amado Nervo en que “la perseverancia siempre da una flor”. Nadie lo pensaba, y mucho menos se esperaba, que Decamps y Mejía podían reconciliarse, pero la política no conoce de asombro: todo es posible, y lo mejor, todo es natural... El becerroHatuey Decamps rehusó la comida de Johnny Morales, pero parece que no entraron en detalles y el anfitrión no le habló del plato principal del menú que ofrece a sus invitados: la carne de un becerro que alimenta durante varios días solo con leche. Pero oportunidad habrá, pues, la del viernes pasado fue la primera tenida y no la única o la última. Los acontecimientos políticos del porvenir dirán las demás palabras, y solo falta que Decamps se decida por un dominó o Mejía por un billar, para que las oportunidades se forjen. No debe olvidarse que Miguel Vargas está de por medio, y aunque ese no fue el motivo, no deja de ser acicate para otras coincidencias. Incluso, hubo un cruce de ironías que no debe pasarse por alto. Se oyó claro cuando Decamps dijo: “...Es que Miguel ha crecido demasiado...” y a Mejía aludir al “dos por ciento” que le atribuyen los MVP. Habrá que ver si la puntería de uno y otro es buena, pero de que lo tienen en la mira, lo tienen. Y desde que las guerras se hacían a pie, ningún enemigo es pequeño... El hachaAdemás, siempre es posible la refriega al revés. Hatuey Decamps dijo que enterraba el hacha, que nunca pasó de un tomahawk, no que la botaba. Si la enterró sabe dónde, y lo más interesante, la amarró con una gangorra, de manera que cuando la necesite, puede buscarla y sacarla con rapidez. Ojalá que no le pase como a los niños del cuento que marcaron el camino de regreso con migas de pan y los pájaros se las iban comiendo. Sea o fuere, la verdad que la política dominicana tiene una confrontación menos...

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