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La situación eléctrica dominicana

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Julio Ortega TousSanto Domingo

Todos los dominicanos estamos jartos con “j” del mal servicio eléctrico. De las enormes distorsiones en los precios de la electricidad. Del barril sin fondo que es ese sector. De los insultos y boches de algunos a todo el mundo, incluyendo “los de las torres de la Anacaona”, los pobres de lo barrios, los comerciantes, y hasta otras autoridades oficiales del sector. El primero que sufre las distorsiones y mal servicio de electricidad es el público. Usuarios pobres, de clase media y ricos. Industriales, comerciantes, pequeños y micro empresarios, entidades gubernamentales, centros educativos y de saludÖ en fin. El segundo que no tiene respiro es el Gobierno. Cada día son mayores los montos que tiene que transferir a las empresas eléctricas, tanto por su ineficiencia como por las distorsiones que se han creado desde 2001 a la fecha, y las que se heredaron de la vieja CDE. Solamente en el año 2008, las transferencias y subsidios a las empresas eléctricas fue de 1,300 millones de dólares. Esa cifra representó más del 3% del Producto Interno Bruto y más que lo aportado por el Estado para educación y salud juntos. Entre el año 2005 y 2008 el déficit que ha debido cubrir el gobierno a las empresas eléctricas sumó 2,700 millones de dólares. En el 2009 el déficit conjunto fue de unos US$726 millones. La proyección, según los precios del fuel oil, los esquemas y las distorsiones existentes, es que el déficit rondará los 900 millones de dólares este año 2010. Ahora bien, ¿por qué los dominicanos no podemos tener un sector eléctrico con un servicio adecuado y precios razonables? ¿Por qué, para no ir muy lejos, en Puerto Rico, que es una isla igual que nosotros, que produce casi tres cuartas partes de su electricidad con petróleo, la energía para la Autoridad Eléctrica y para el público, es la mitad que aquí? ¿Por qué, plantas de carbón similares, que producen para venderle a la institución del gobierno la energía, aquí se paga unos 14 centavos de dólares y en Puerto Rico aproximadamente la mitad? ¿Por qué el gobierno de Puerto Rico no tiene que transferir un centavo a la Autoridad de Energía y aquí hay que despellejar al Presidente y al Ministro de Hacienda cada mes, recibir boches de los organismos internacionales y aún así, el problema no se resuelve? Sino queremos compararnos con Puerto Rico, hagámoslo con otra isla, pobre como nosotros: Jamaica. Veremos que los resultados son iguales que en el caso de la comparación con Puerto Rico. A eso agreguémosle que ni Jamaica ni Puerto Rico tienen generación hidroeléctrica, mientras que aquí varía entre un 15% y un 20%, según el régimen de lluvias. Que aquí tenemos casi un cuarto de la generación a Gas Natural, mientras que en Jamaica no hay GNL y en Puerto Rico es un 12%, factores que deben ser a nuestro favor. ¿Qué es lo que pasa? En primer lugar, el índice de cobros aquí es de apenas un 55% sobre la energía puesta en línea. Es decir, que el sistema pierde 45% de lo que pone en línea. Ahora bien, ¿Quién paga esas pérdidas? ¿Por qué los generadores ganan dinero y las empresas de transmisión, de distribución, el gobierno y los usuarios ñlos que paganñ todos pierden sumas astronómicas cada año? Es como un negocio que vende 100, cobra 55, pero una parte del negocio gana dinero, y el resto carga con las pérdidas y las ganancias del que gana. Indudablemente que hay distorsiones que hay que corregir antes de buscar dinero para seguir pagando un hoyo negro que nunca se tapará. Si hoy hay un déficit de 350 millones de dólares, se puede pagar todo, poner la cuenta en cero, y en tres meses estaremos en el mismo sitio. El sistema requiere de un rediseño completo. ¿Dónde están los principales problemas? Primero, los contratos de los generadores bajo el llamado Acuerdo de Madrid generan sobrecostos para las distribuidoras y la CDEEE que oscilan cada año entre 300 y 500 millones. Eso quedó demostrado con la renegociación de su contrato bajo el Acuerdo de Madrid que hizo la Generadora Palamara La Vega, que ahorra 35 millones al año. Esa distorsión es posible eliminarla con voluntad y claridad, sin atropellar a nadie. La distorsión principal viene de la llamada fórmula de cálculo, que por una maroma matemática de los que la hicieron (Andy and Company) mientras más caro es el combustible, más alto es el diferencial que tienen que pagar las distribuidoras y el gobierno. Sin embargo, el propio texto del acuerdo tiene la solución: el Estado puede decidir suplir la diferencia entre el precio de referencia del Fuel Oil y el Carbón del Acuerdo y se ahorraría los montos señalados. O más simple, los hidrocarburos los puede suplir directamente Refidomsa y sólo pagarse O&M y Capacidad. Pregonar que aumentando la cobranza a los usuarios se soluciona el problema es una ilusión o una mala intención. Habría que llevar el índice de cobranza de la energía puesta en línea a 97%, lo cual no logra casi ningún sistema en el mundo, menos el dominicano. Tampoco con aumentos de tarifa, ya que habría que llevar la tarifa a unos US$34.5 centavos promedio para cubrir el déficit. Sin embargo, si se elimina el sobrecosto de combustible solamente, el índice de cobros sube de 55% a 77%. El otro aspecto que hay que enfrentar es agregar urgentemente nuevas plantas eficientes al sistema. Con 1,800 nuevos megavatios, tanto a GNL como a carbón, salen del llamado “orden de mérito” plantas ineficientes y costosas y se reduce el costo promedio de la energía. Las reformas hay que hacerlas. Se puede alardear y cancelar todos los empleados de la CDEEE y de las EDES, y el déficit seguirá tan campante como Juancito Sport, perdón, como Juancito el Caminador. Seguiremos.

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