EN RELEVO

El caso de Pedernales y la Doña

Ahora el PRD tampoco cree en la Cámara Contenciosa de la Junta Central Electoral. Al igual que con la Cámara Administrativa, al liderazgo perredeísta le bastó que las decisiones de esa instancia no le favorecieran en esta coyuntura post-electoral. De forma particular el caso del colegio 009 del municipio de Oviedo, donde se revocó el recuento de esa mesa, para corregir una decisión que a toda luz entraba en flagrante contracción con la ley electoral y la Constitución de la Republica. Dicen los perredeístas que el auto 006-2010 fue decidido por las “presiones”, que sobre los miembros de la CC ejerció el partido oficial. Y eso no es así. El PRD, que rechazó en audiencia el recuento, ahora eleva el grito al cielo cuando su petición resulta acogida. Y si de presiones vamos a hablar... presiones se ejercieron desde el perredeísmo y sectores de la sociedad civil, que llegaron a insinuar la supuesta “ilegitimidad” de un Senado sin presencia de la principal fuerza de oposición. La decisión de revocar el recuento fue dividida. Tres magistrados votaron a favor: Mariano Rodríguez, Leyda Piña y John Guilliani, y dos en contra: Eddy Olivares y Aura Celeste Fernández. Los tres que votaron a favor tuvieron la hidalguía de reconocer y enmendar su error. De los dos que votaron en contra, hay que ser justos con Eddy Olivares, y entender que como dirigente perredeísta no podía hacer otra cosa, aunque, en consonancia su rol como juez y conocedor del sentido de cuerpo de un tribunal colegiado, firmó la resolución. La señora Fernández resulta un caso aparte. Nueva vez busca sobresalir de la peor forma posible. Desconsideró a algunos de sus compañeros mientras se discutía el tema, no le vino en ganas firmar el auto, y presentó un voto razonado donde ataca la decisión con argumentos más políticos que jurídicos, y muy flojos para una persona que se presume conocedora de la ley. Pero además en ese voto “razonado”, la señora Fernández se toma la libertad de atacar al organismo del que forma parte y de ningunear a sus compañeros. Otra vez la doña ---aupada por la comparsa que la sustenta--- se cree tener un “carnet de seria”, y entenderse un “ser superior” al que no le alcanzan las leyes. Y ni tan siquiera las formas, o la más mínima educación y consideración para con los demás.

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