EN LA RUTA

Exceso

La acción del director del Instituto Agrario Dominicano (IAD), Héctor Rodríguez Pimentel, de notificar mediante acto de alguacil a un grupo de empresas anunciantes de los programas del grupo SIN (Servicios Informativos Nacionales) constituye un exceso de preocupantes lecturas. En la víspera, el presidente de la editorial, Fernando Hasbún, reveló que más de una treintena de las principales firmas del país fueron conminados a abstenerse de colocar publicidad en los espacios “El Informe de Alicia Ortega”, “El Despertador” y “Noticias SIN”, para evitar ser acusados de difamación por parte del funcionario quien se siente acosado por el grupo de comunicación. La de Rodríguez Pimentel, un político de los del grupo “que se las sabe todas” y que electoralmente ha demostrado preferir los resultados a los métodos, es una acción desafortunada, propia e inconsulta, que en el más indulgente de los casos raya en la insolencia, y donde el Gobierno no tiene nada que ver. Sin embargo, cabe destacar que el también antiguo director del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI) tiene todo el derecho a sentirse ofendido con las acciones y los pronunciamientos que sobre su desempeño como funcionario le hace el grupo SIN, así como el de accionar por las vías legales. Si él entiende que los comunicadores se han extralimitado en cuanto a la Ley de 61-32 de Expresión y difusión del Pensamiento y de los manejos dados a su nombre en las imputaciones de sobrevaluación a la prensa de Monte Grande durante su gestión en el INDRHI, al calificativo de “corrupto patológico” que se le hiciera –él lo niega– desde las esferas del Ministerio Público, o a su supuesta vinculación en la compra de un apartamento valorado en 1,8 millones de dólares en la Torre Atiemar, para eso están los tribunales. Solamente que los anunciantes no tienen nada que ver con esto y no hay razón para que sean involucrados de una manera tan grosera y que desdice mucho. En tal sentido, Rodríguez Pimentel, parte de la disidencia reformista, ex senador por Monte Cristi y quien parece tener la sangre dulce para imantar los escándalos que le acompañan desde cuando fue cónsul en Haití durante la gestión perredeísta del año 2000, vuelve a errar y a propinarle otro ruido innecesario a un gobierno que ha sido sumamente tolerante con él.

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