Un buen boche, una pela o una amonestación
En nuestro país se han perdido muchas cosas, y en este mundo de la informática, del “corre-corre”, de madres solteras y padres irresponsables, de liberalismo económico, de democracia disfrazada de dictadura, y de libertinaje, lo que más falta hace es un retorno a la vieja disciplina de respeto a la moral, a las leyes, y a lo correcto. Es como si el ataque tecnológico tuviera sustituyendo los principios de la buena educación. Bien lo dice el Tango, “Todo es igual, nadie es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor.” La gente ha perdido el respeto a la autoridad, las leyes abundan por doquier pero no aparece quien las quiera hacer cumplir. La AMET cumple con sacar de circulación a los que violan a diario las leyes de tránsito, a los que no usan cascos, a los que andan sin placas y a los que se comen los semáforos. ¿Pero a quien critica entonces la prensa y la sociedad? Claro, critica a la AMET por su diligencia y por su apego a las leyes. Nuestra cultura de anarquía prefiere tener las calles llenas de irresponsables que no respetan ni siquiera sus propias vidas. Yo pienso que las escuelas y universidades deben de tener en su currículo una materia obligatoria que antes se llamaba “Moral y Cívica”, cual hoy debemos enmarcar con el título de “Respetando a los Demás, Nos Hacemos Respetar.” No puede ser que nuestra sociedad siga caminando por el sendero que va. En estos momentos se perciben las canas como un símbolo de que ese individuo esta “pasao”, no existe respeto por la experiencia, la sabiduría o la jerarquía académica. Lo mismo da estudiar trece años para llegar a su profesión que pasar trece años embicando botellas de cerveza y fichas de dominó en la peña de la esquina. Los sacerdotes tienen que pedirles a las niñas que se cubran la cintura y el escote, los padres no tienen control de lo que sus hijos consumen y menos de la hora a la que llegan de sus parrandas. Cuando los hijos se sientan a conversar, tienen los ojos pegados al Blackberry y los dedos digitando un mensaje de texto, y me pregunto si es que le importa lo que le dice el adulto o si entiende que su mundo virtual tiene la primacía. Las salas de espera retumban con conversaciones telefónicas que por sus características violan el espacio físico, auditivo y psicológico de quienes le rodean. No! Señor, el respeto a los demás ya se perdió. La inversión de valores en nuestra sociedad es muy grave. Tenemos a profesionales éticos y honestos que no pueden pagar la escuela de sus hijos. A la vez, existen narcotraficantes corruptos de nuestra nueva clase de millonarios, disfrazados de lo que más convenga (sea uniforme militar, cargo político, o ladrón empresarial). Pues volviendo al respeto mutuo, lo que hace falta en nuestro país son personas que amen su trabajo, que cultiven sus mentes con la educación, que modulen su lenguaje, que tengan respeto por los demás, y que sean respetuosos de las leyes y las normas de nuestra República. Se gastó tanto dinero en la campaña electoral para tratar de convencer a la sociedad de que un candidato es mejor que otro. La sociedad respondió diciendo, “No queremos votar.” Ahora, ¿porqué no invertimos los recursos en mejorarnos, en educarnos, en tratar de hacer de esto un país mejor y que se acabe la vagabundería, el tráfico de drogas, la corrupción y el irrespeto? ¡Basta ya de relajo. Basta!