LÍNEAS DE GUERRA
El PRD y sus candidatos
Un cocinero reunió a todas las aves, acto seguido les preguntó con qué salsa querían ser comidas. En medio de aquel silencio sepulcral, una humilde gallina pidió la palabra y le dijo: “nosotras no queremos ser comidas de ninguna manera”. El cocinero, molesto, aclaró: “eso no está en discusión”. Eso acontece hoy en el PRD. La eterna batalla por la candidatura presidencial no solo aleja al decano de la democracia dominicana de una discusión profunda, abierta, reflexiva, propositiva en torno a las fallas de un modelo partidario agotado, sin espacio en la sociedad dominicana del siglo 21 y con profundos déficits democráticos internos que le impiden conectar con una ciudadanía a la espera de alternativas audaces, transformadoras. No han sido suficientes las sendas derrotas electorales de 2004, 2006 y 2008 para que los perredeístas hagamos un alto en el camino sincero sin conductas autoflagelantes, ni auto complacientes y nos dediquemos a construir el PRD post-Peña Gómez, con un liderazgo encuadrado en las fronteras de la institucionalidad democrática, cercano a la ciudadanía y con un proyecto de país que desempolve al liderato progresista postergado: Duarte, Bosch y Peña. Ni el varapalo de mayo pasado ha sacado a quienes luchan por la hegemonía del PRD de la aletargada contemplación del ombligo partidario. Después de una derrota electoral, dosis mínimas de buen juicio habrían bastado para iniciar un proceso que condujera a constituir un nuevo entramado institucional, nuevas propuestas hacia la nación y la legitimación en las urnas de un nuevo liderazgo. Sin embargo, se toma el camino más corto: mantener la lucha por la candidatura presidencial. Los autopropuestos para las presidenciales de 2012 están en las antípodas del pensamiento político de Duarte, la visión progresista de Bosch y las ideas humanistas de Peña Gómez, de quienes el partido blanco es heredero y continuador histórico. Hipólito Mejía es un Conservador con matices sociales, con una obra importante de gobierno que presentar al país, aun no valorada en su justa dimensión, pero que dista mucho de encarnar la necesaria mirada hacia el futuro que necesita un país cuyos logros en democracia son insuficientes para el presente y, de seguir así, serían vergonzosos para nuestros hijos. Miguel Vargas Maldonado es un hombre de derecha pura y dura, representa un proyecto neoliberal y ha mostrado serias deficiencias como jefe partidario. Es el más distante de la visión patriótica, revolucionaria y social de la política que tanto necesitamos para alcanzar nuestro anhelado bienestar en dignidad, prosperidad y decencia. Eligio Jáquez, Ramón Alburquerque, Milagros Ortiz Bosch y Luis Abinader son satélites de las dos grandes precandidaturas y tampoco representan un ideal menos conservador, a lo sumo serán participantes testimoniales del proceso. Al PRD le hace falta una opción presidencial sin compromisos con el pasado, nacida en la era democrática que inauguró el gobierno de Don Antonio Guzman en 1978; un referente hacia el 2012 que entienda el fenómeno de Facebook, Twitter y Youtube no como expresión de lo chic, sino como nuevos espacios de relacionamiento social de una generación mayoritaria que no quiere ver al pasado y no sabe cómo es porque camina a pasos agigantados hacia el futuro buscando empleo digno, educación de calidad y servicios de salud gratuitos. Al PRD le falta y el país pide a gritos una opción presidencial comprometida con un modelo económico productivo basado en impuestos progresivos y no regresivos que tenga en la tecnología aplicada a la agricultura, el ecoturismo y la industria del software sus pilares fundamentales. Un proyecto de poder que desconcentre la riqueza poniendo el capital al servicio de la producción alejándolo de la especulación pura y simple. A Son de Guerra los perredeístas vamos a una nueva contienda sin detenernos en lo importante, distraídos, como siempre, en lo pequeño haciendo honor a la definición de locura dada por Albert Einstein: esperar resultados distintos, haciendo las cosas de la misma manera. Por mi condición de miembro del partido blanco, mucha gente se acerca a preguntarme si respaldo a Hipólito o a Miguel, siempre respondo recitándole un trozo de la canción Apaga y Vámonos del más reciente disco de Juan Luis Guerra, ASONDEGUERRA: el mismo discurso, el mismo cliché/la historia recicla, nos queda la fé/Apaga y Vámonos que yo no sé/los hombres buenos, ¿dónde se ven?/Apaga y Vámonos que es lo mismo/lo mismo otra vez.