SONDEO
El PRD y el poder
El que avanzara del 40% a un 42% en el pasado proceso reafirma que el PRD mantiene gran fortaleza electoral y que, pese a los marcados errores y déficit de sus gobiernos, es una realidad política. Sin embargo, esa ganancia pírrica (perdió espacio importante a nivel del Congreso y se desinflaron las expectativas de la alta dirección de definir en el 10 un eventual triunfo en el 12) no significa que el partido del jacho haya quedado bien parado y tenga perspectiva de retomar el control del poder en un próximo intento. Es todo lo contrario, puesto que el costo del pobre desempeño gerencial y electoral del 16 de mayo, que recae mayormente en un Miguel Vargas que era quien más había descollado en la ruta presidencial desde la oposición (unas simpatías y control partidario que andaban por el 95 ó 96 por ciento, para algunos estarían situados hoy día por el orden del 32 ó 34 por ciento), dejan a la organización que lideraron Juan Bosch y Peña Gómez, ya no sólo con los consabidos problemas de unidad interna, sino, sin un líder y sin un candidato presidencial definidos y fuertes, capaces de aprovechar naturales desgastes o disgustos con la gestión gubernamental de un PLD y un Leonel Fernández que lucen sólidos y prácticamente sin contrapeso ni contrincante que le hagan perder el sueño. Claro que para el equilibrio democrático eso no es bueno, pero es el propio partido blanco –y los que lo dirigen– los que no se cuidan de evitar traspiés y se proponen apurar el paso y abrirse espacio por los caminos adecuados. Las dificultades que enfrenta Miguel, dueño de un frágil liderazgo endosado primero por Hipólito y luego por Leonel, que lo escogió como su interlocutor en el PRD y en la oposición, han alentado las aspiraciones del ex Presidente, de su discípulo Eligio Jáquez y de otros jóvenes más que, como Guido Gómez y Luís Abinader, tienen una magnífica oportunidad de brillar en la construcción del nuevo liderazgo que, al parecer, la organización política necesita. Mejía, aunque “queme” por debajo, sabe del valor de recomponer la unidad perdida en el PRD y por eso sugiere que se “preserve” la cabeza de Miguel y da el “visto bueno” a la idea de un proyecto propio de Eligio, al que estimula, como ya una vez lo hizo en privado estando en Palacio, a que se “lance”, pero advirtiéndole que: “Competiremos”.