La tragedia de Bosch y Peña Gómez
La gran tragedia de este país fue la separación del profesor Juan Bosch y del doctor José Francisco Peña Gómez en el año de 1973. No podemos especular ni hacer análisis post factuales, pero podemos establecer las coordenadas históricas que prevalecían en aquel momento histórico en que se produjo la división del Partido Revolucionario Dominicano, y en función de ellas visualizar las perspectivas del proceso social y político dominicano a la luz de los desastrosos resultados en un ejercicio virtual y real del poder político. Las contradicciones entre Bosch y Peña Gómez eran coyunturales, no alcanzaron el nivel de antagónicas en términos ideológicos, aún cuando los enunciados de las polémicas públicas parecían presentar ese formato por la acritud con las cuales se expresaron. Tanto el doctor Peña Gómez como el profesor Bosch, fueron estimulados por “terceros”, quienes incentivaron las diferencias basadas en chismes, rumores e informaciones tergiversadas sobre ambos, las cuales distanciaron la necesaria unidad de estos dos colosos de la democracia dominicana. Evidentemente que los sectores de poder social, nacional y extranjero, auparon esas diferencias porque el alejamiento de estos dos grandes líderes facilitaba la dominación de los grupos oligárquicos, para quienes el doctor Joaquín Balaguer, era una figura necesaria pero no imprescindible, quien había entrado en proceso de desgaste, y quien había cumplido su “misión histórica”, luego de los acontecimientos de abril de 1965. El doctor Peña Gómez era como un hijo para el profesor Bosch. Me relató en una ocasión Miguel Cocco que en tránsito por París, en el año 1968 ó 69, se detuvo en el apartamento del Ministro de Abril, Héctor Aristy, donde se hospedaba Bosch, para saludarlo, y éste lo invitó a ir a un estudio de arte para mostrarle un busto que acababa de terminar su hijo. Cocco, pensó que se trataría evidentemente de León o de Patricio, pero qué grande fue su sorpresa cuando observó que se trataba de un busto, del rostro de José Francisco Peña Gómez. La discusión generada por el desembarco de un pelotón guerrillero comandado por el héroe de abril, coronel Francisco A. Caamaño, en febrero de 1973, fue sobredimensionada hasta convertirla en “irreconciliable” para materializar el propósito de dividir definitivamente a estos líderes, contribuyendo a ello el aislamiento a que fueron sometidos por los organismos de seguridad del Estado a las informaciones que les hacían llegar a ambos para escindirlos, como aquella, de que a Bosch lo deportarían pero que a Peña lo fusilarían, en caso de detectar sus escondites. Ni Bosch ni Peña Gómez eran compromisarios ni tuvieron vínculos con el héroe de la revolución constitucionalista y mártir de Caracoles, después de 1969, en el sentido de ser parte de la decisión de luchar, armas en mano, por el derrocamiento del gobierno del doctor Balaguer. La política de Bosch, apoyada con entusiasmo por Peña Gómez a su regreso de Francia, fue la de crear los círculos de estudios, elevar la conciencia política de los perredeístas, superar el estado larvario de las emociones primarias para transformar el PRD en una organización de hombres y mujeres conscientes, en lucha por una nueva sociedad democrática y avanzada. Aunque el doctor Peña Gómez en 1978 logró vencer al profesor Bosch al convertir en exitosa su táctica de participación electoral y aprovechamiento de las contradicciones del poder norteamericano, aliándose a los “liberales de Washington”, demostrando que esas fisuras provocarían el desplazamiento inevitable del reeleccionista doctor Balaguer; esa táctica factible fue una variable del concepto de Bosch magistralmente expuesto en su obra “El Pentagonismo, sustituto del imperialismo”, donde este define las contradicciones de la sociedad norteamericana y el predominio de la industria guerrerista, y establece las posibilidades de acentuar las diferencias con sectores liberales de la sociedad norteamericana que se manifestaban en plazas y universidades luchando contra ese predominio. A esa labor y cumplir con esa encomienda, el profesor Bosch hubo de enviar al doctor Peña Gómez a Washington en 1971, junto a la doctora Milagros Ortiz Bosch y otros compañeros, para detener las operaciones criminales de la “Banda”, movilizando a la comunidad dominicana en Estados Unidos y penetrando en los despachos del Departamento de Estado norteamericano apoyándose en los “liberales de Washington”. Cualquier duda al respecto, consúltese una obra valiosa de reciente aparición del Lic. Alberto Despradel que contiene las cartas de Bosch a Peña Gómez donde explica la táctica compartida. No creo que el doctor Peña Gómez disintiera de los propósitos de Bosch, de su visión estratégica, de su concepción socialista ni de su impronta revolucionaria. Lo que sucedió a partir de entonces fue una tragedia nacional. Ninguno de los dos pudo gobernar. Y ninguno de los dos pudo evitar que el agasajo de la clase dominante, la voracidad individualista de la clase media y la transacción social de sus dos partidos, con una que otra diferencia superficial, los traicionara a ambos.